sábado, marzo 29, 2008

NUEVAMENTE, CERRANDO CÍRCULOS


Alguna vez he comentado lo que me gusta el texto de Paulo Coelho, Cerrando Círculos. Una verdad de vida tan impresionante, que apabulla y al mismo tiempo es como si descorrieran las cortinas y entraran raudales de luz y comprensión.
En nuestro afán de ser permanentes, de mantener nuestra hegemonía y no perder vigencia, nos aferramos con uñas y dientes a cosas, personas, circunstancias, tiempos... Sin darnos cuenta que hagamos lo que hagamos, el cambio nos llevará por delante si no nos convertimos en dúctiles juncos para movernos con el viento que sopla. Después de que mi hermana y sus hijos vinieron de visita, quedó un tremendo vacío. Claro, los días que transcurrieron entre los dos momentos más importantes, su arribo y su partida, se fueron como agua entre los dedos. Las visitas, las llamadas, las salidas, los viajes planeados, las comidas compartidas, los recuerdos, las noticias, las sorpresas, los descubrimientos, las tristezas, las alegrías, finalmente la vida, nos dejó un cargamento de sentimientos que habríamos querido mantener apareciendo ante nuestros ojos, tocando nuestras pieles, sonando en nuestros oídos sin parar. Pero había que cerrar círculos, había que cerrar puertas para abrir otras y el momento de separarnos llegó. No hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla. Y allá fueron ellos, hacia sus vidas de siempre, dejándonos acá con las nuestras. Sin embargo, estoy segura, algo cambió en todos, dentro de nuestras mentes y corazones. Las experiencias compartidas no pasan en vano. Y es que la misma vida nos va preparando para los cambios definitivos, los que aunque no queramos habrán de presentarse. Los años que transcurren y se llevan la lozanía de nuestras pieles, la brillantez de nuestros cabellos, la firmeza de nuestras carnes. Y vamos quedando, sin siquiera darnos cuenta, como una deformación de nuestros veinte años, vistos claro, sólo por fuera. Porque la vida bulle dentro de nosotros, en nuestras mentes y espíritus, siempre ávidos de conocimientos y "momentos". Los años se acumulan en nuestras arrugas, pesan en nuestras espaldas, enredan nuestros pies y vuelven torpes a nuestras manos, pero lo interior, lo intangible, cada día brilla más. De esa manera, vemos que los que amamos van llegando a su tiempo, que se confunden a veces, vuelven sobre sus pasos de niños y se apagan paulatinamente, muy a pesar nuestro. Las voces otrora fuertes y claras, que supieron susurrar frases tiernas y suaves si era necesario, que nos cantaron dulces canciones infantiles o leyeron para nosotros increíbles y fantásticas historias, ahora dependen de nuestra lengua para hacerse entender, de nuestros oídos para ser entendidos, de nuestra mano para sentir apoyo. Y se van yendo, decía, muy a pesar nuestro. El círculo de la vida que se cierra, irremisiblemente... Sin embargo, en otro círculo precioso, la vida que inicia, que mueve voluntades, el horizonte nuevo y compartido, las puertas que guardan sueños y anhelos, se abren y el amor se entroniza para formar nueva vida. Y así, hasta que transcurra y cierre nuevamente su ciclo. Y en el medio, nosotros, viendo que se nos van los que nos sustentaron, viendo que se inicia otras alegrías y que, probablemente, veamos a nuestros frutos dar, así mismo, más frutos para concretar y culminar nuestro propio círculo. Que ojalá nos sea permitido llegar a nuestro fin viendo felicidad y amor a nuestro lado, de la misma manera en que nosotros debiéramos prodigarlo a los que nos anteceden. Porque nada que no hayamos dado nos será dado.

sábado, marzo 08, 2008

EL DÍA DE LA MUJER


Ser mujer es maravilloso. Basta verse al espejo para darse cuenta que la vida nos ha sonreído, dándonos muchas cosas lindas para alegrarnos los días.

La suavidad de la piel, el brillo del cabello, la sonrisa tierna al mirar el rostro amado, el torso pleno en la sensualidad o para dar cobijo al hijo que crece dentro; la espalda fuerte y las piernas firmes, para soportar el peso de tantas cosas que hay que echarse a cuestas durante nuestra existencia.

Y el descubrimiento del poder, esa maravillosa facultad para hacer que sucedan "cosas" o para ejercer el liderazgo de nuestro grupo de vida. Cómo no sentirnos felices si, además de tener el poder de hacer que la vida sea posible a través nuestro, también tenemos una infinita capacidad de amar, de escuchar y de comprender. Un sexto sentido que nos ayuda a resolvernos la vida y la de lo más cercanos y la deliciosa dicha del amor, ¡el éxtasis de sentirnos enamoradas y saber que alguien se siente igual de nosotras!

Cual el dios Shiva, con dos pares de brazos y manos, atendemos muchas tareas simultáneamente, así como diferentes roles de nuestra vida: madres, esposas, hijas, amantes, hermanas, profesionales, amigas, vecinas... ¡Y todavía nos queda tiempo para danzar!

Lo más importante es reconocernos como alegría y belleza, aunque nuestras pieles estén ya surcadas por arrugas y nuestros cabellos estén blancos. La risa franca, el beso tierno, la palabra de aliento, la caricia tibia, el oído atento, la mano fuerte, el vientre cálido, los senos plenos, todo lo que a través de nuestra vida vivimos, damos y somos, resumido en nuestra maravillosa condición de mujer.

Si no estamos felices con lo que somos, ¿cómo vamos a dar felicidad a nadie más? Y ¿cómo vamos a enseñar a nuestras hijas a sentirse orgullosas de su femineidad si lejos de sentirlo nosotras mismas, se ven reflejadas en una persona gris, rodeada por una nebulosa, llena de amargura y frustraciones?

La vida nos pone obstáculos, es verdad. Nos hace tropezar. Nos apaga la luz. Nos quita el sonido. Pero en nuestras manos y bocas está el exigir nuestro lugar sobre la Tierra. Y si alguien o algo nos pone difícil el camino, demostremos que ser mujer tiene su peso y su valor y luchemos por -como aprendimos a decir en mi generación- sentirnos realizadas.

No necesitamos de un día al año para sentirnos felices por ser mujeres. Necesitamos, sí, la vida entera para celebrarlo.