lunes, diciembre 31, 2007

Un lapso de tiempo, no más...


Llegó casi el momento de decir adiós a 2007. Un número nomás, que le da nombre a este espacio de tiempo que nos tocó vivir juntos, compartiendo momentos y circunstancias.

Es entonces cuando nos da por reflexionar. Por ver hacia atrás y remolernos sobre lo que fue, lo que pasó, lo que pudo ser, lo que debimos hacer... Gastamos energía y tiempo en tratar de arreglar lo irreparable y, probablemente, hasta derramemos lágrimas por lo que ya fue o no logramos que fuera.

Si vamos a reflexionar, reflexionemos, sí, en lo que hicimos pero con la vista puesta en nuestros sentimientos actuales, en nuestros seres amados vivos, que nos acompañan y nos brindan el amor y el soporte que necesitamos, para no volver a caer en las mismas trampas, tropezar con las mismas piedras o infligir los mismos daños. Con aquellos que amamos pero que son fuente de conflictos y discordias, tal vez será mejor poner distancia, el mejor remedio para los problemas, si nuestra mano no logra ayudar a disolver los conflictos.

Nada es fácil, nada es gratis, nada es miel sobre hojuelas. Pero todo tiene una recompensa, que a veces llega lenta pero siempre llega. Nuestros esfuerzos por ser mejores, por mantener la cordialidad con nuestros semejantes y hacer el bien, traen luz sobre nuestras vidas.

Probablemente nuestra actitud para enfrentar los acontecimientos tengan mucho qué ver en cómo nos vaya, de tal manera que si le hacemos frente a las crisis viendo en ellas oportunidades de cambio y de crecimiento y aprendizaje, no será tan difícil salir adelante.

Lo mejor de todo es que nuestros hijos copian nuestros roles. Y si el nuestro es positivo y lleno de alegría por la vida, ellos estarán atravesando este peñón de desarrollo mental y espiritual de la misma manera que nosotros les enseñamos. Así es que de nosotros depende...

No tengo más que agradecer a la vida, al Gran Titiritero, a la Luz, a Dios o como quieran llamarle, por todo lo que pasó por mis ojos, mis oídos, mis manos durante este lapso de tiempo. Porque me permitió aprender y conocer muchas circunstancias, muchos momentos, muchas personas que aportaron a mi alma un punto más, que hace que hoy sea lo que soy. Tuve logros, tuve desafíos, tuve frustraciones también; pero al final, la cuenta es positiva.

El amor creció, somos felices, estamos juntos y tenemos vida por delante. Hubo reencuentros hermosos con el pasado, divisamos el futuro y estamos satisfechos con el presente. Y si nos deja el Que les Conté, podremos hacer realidad sueños y alcanzar metas en este próximo periodo que se inicia a las 12:01 de esta noche. Deseo fervientemente que todos puedan concretar y alcanzar los propios y que eso les conceda la felicidad y satisfacción del deber cumplido con entusiasmo y amor.

¡Feliz y próspero 2008 para todos!

martes, diciembre 25, 2007

LA MAÑANA DE NAVIDAD



Los días previos a Navidad tienen, en este tiempo consumista en que vivimos, un sabor a prisa y ansiedad.

Los preparativos de la reunión familiar -por muy pequeña y sencilla que sea- con su carga gastronómica como lo más importante; los obsequios que daremos, por muy simples que sean, que requieren tiempo para pensarlos, buscarlos y luego empacarlos y adornarlos para ponerles "un rostro" atractivo y feliz que dura lo que nuestra paciencia a la hora de abrirlos. Buscaremos las bebidas, las "boquitas", la decoración de la casa. Tal vez sacaremos lo que guardamos de las cosas que hacen tradición en nuestro hogar, como aquel Santa Claus que viene desde los tiempos de la abuela; o las "bombas" del árbol, que fueron elegidas por nuestros padres para colgar en su primer arbolito...

Es la magia de la Navidad, que no es sólo la parte religiosa sino la que nos lleva hasta el pasado con su aroma de pinabete, manzanillas, musgo y aserrín. Comerse un buen tamal colorado acompañado de pan francés o de torta de huevo, tomar una taza de ponche de frutas -¿con piquete o sin piquete?- o picar las muchas golosinas que se intercambian como regalos o se reciben gustosamente. No importa qué, todo es parte del momento.

Después de las carreras del 24, entre el almuerzo de ese día, que normalmente hacemos en compañía de los que no podremos ver esa noche ni al día siguiente, probablemente salgamos a "hacer las visitas" de la noche, previas a donde "pasaremos las 12:00", volando casi de un lugar a otro, tratando de prolongar el tiempo y las horas para cumplir con todos los compromisos y, finalmente, llegar agotados al lugar en donde cenaremos después de quemar los cohetes de las 12:00 y darnos los abrazos emotivos que muchas veces provocan lágrimas de añoranza o ausencia por lo que se nos fueron ya, anticipándose en el camino sin vuelta.

Luego de cenar opíparamente, que de eso no se escapa nadie, cada cual busca el camino de su descanso, entregándose al sueño de esa noche, una mezcla de fantasías hechas realidad, de recuerdos en 3D y de la maravillosa sensación de tener el alma limpia y liviana, después de haber cumplido nuestros anhelos pero, lo más importante, sentirnos felices por la felicidad de los que amamos.

Sin embargo, a mí me gusta más la mañana de Navidad. El despertar sereno, la madrugada fría y brillante. Levantarme con los recuerdos fresquitos de la noche anterior, las alegrías desbordantes pero también cansadoras que se van con el sueño tardío después del desvelo. Me gustan los cohetes mañaneros, el café caliente acompañando al tamal negro -dulce y brillante chocolate haciendo juego con nuestros sabores y aromas milenarios- que me auto regalo año con año.

Mi corazón está tranquilo y relajado a esta hora del día de Navidad. Puedo pensar serenamente en todos los que amo y enviar a cada uno, desde mi interior, mis pensamientos y deseos más profundos por su felicidad. Sé que después de la batahola de la Nochebuena, en que se nos pasan momentos importantes por la misma cantidad de vivencias simultáneas, estamos más receptivos y menos nerviosos, más satisfechos y menos preocupados.

Entonces aprovecho esta quietud del ambiente, esta paz terrenal con aroma celestial, para desearles que reine en sus corazones y en sus vidas el amor que aflora en cada uno, animado por el más importante acontecimiento espiritual del mundo occidental: el nacimiento de Jesús.

Envío un enorme abrazo que llegue hasta los lugares lejanos o cercanos donde habitan todos mis amores. Los amigos de siempre, los amigos recién llegados, los parientes separados del hogar por situaciones que realmente no deseamos recordar o, simplemente, buscando mejores oportunidades o una mejor vida. Y todos los amigos virtuales que son tan importantes en mi vida como el más cercano físicamente. No importa el motivo de la ausencia, puede ser la definitiva; tengo a los distantes y ausentes presentes hoy en mi corazón y en mis labios, deseando para todos, ¡Feliz Navidad!

domingo, diciembre 16, 2007

LA INTENCIÓN


Llegó, galopando, el último mes del año. Y como despertando de un letargo, aparecen detrás del almanaque los anhelos no alcanzados, las promesas no cumplidas, las relaciones terminadas, los conflictos no superados. Fantasmas de amarguras, espíritus de contradicción y egoísmos gordos y rebosantes.

Nos enfrentamos, de repente, con el espejo de nuestra realidad, esa misma que por esta temporada se empequeñece hasta desaparecer -como Jack Nicholson en Las Brujas de Eastwick, al reventar como pompa de jabón- para abrirnos el corazón y el alma, dejando salir lo mejor de nosotros... o lo intenta.

En el mundo cristiano, ésta es la fecha más importante de todas. Para los religiosos practicantes y creyentes, época de reflexión y amor espiritual. Para los no tanto, momento de recuerdos cálidos, de melancolía y ternura, tal vez, en remembranza de las navidades de la niñez o alguna que nos regaló instantes de felicidad y amor.

Todos hablamos de eliminar el consumismo, de enfocarnos únicamente en lo espiritual, en el verdadero sentido de la supuesta fecha del nacimiento de Jesús, allá en Belén. No importa si los datos son reales o inventados, si son exactos o no, lo bueno de toda la historia es la incidencia que tiene en nuestras mentes y corazones.

Dejando de lado la compulsión de comprar -que no se trata de eso- nada me gusta más que pensar detenidamente en lo que obsequiaré a los que amo. Tomar el tiempo para analizar, para decidir y luego salir a buscar lo que preciso, sin que en ello me vaya la vida, sino nada más el gusto de dar "una tontería" -como decimos en mi país- que sea un detalle que manifieste la presencia de la persona en mi interés y mi afecto. Desde una piñuela adornada, unas ricas galletas o golosinas, hasta algún efecto personal, nada ostentoso, que dedico a los adultos. Y para los niños de la familia -que vuelven en tandas, ahora que los hijos son padres y mi generación se convierte en abuela- algo que haga brillar sus ojitos con ilusión y alegría.

La magia de la Navidad, con su sentido exacto: dar. Y todas esas "tonterías", acompañadas de nuestra dedicación y nuestro amor, dando nuestro tiempo, nuestra felicidad, nuestra alegría y nuestro anhelo por prolongar ese sentimiento de entrega y tolerancia por todo el año, aunque al finalizar las fiestas se vaya diluyendo paulatinamente, muy a pesar nuestro.

Me parece lindo escuchar villancicos en todos los ambientes, encontrar adornadas calles, centros comerciales, barrios completos, casas y oficinas, en una especie de desborde de luz y color, de aromas y sabores muy propios de la Nochebuena chapina. La temporada completa, con los preparativos en todos los niveles, culminando al pensar a quién se visitará la Nochebuena, en dónde y qué cenaremos, con quién compartiremos, son momentos gratos si se viven sin egoísmo y con entrega.

Y ahora, que ya quedan pocos días para el gran momento, me quedo en casa mientras afuera, millones de personas van y vienen, entran y salen de los malls, corriendo y comprando. Lo que yo tenía que hacer, fue hecho. Me queda la expectativa de si mis "tonterías", todas ya envueltas en brillantes y coloridos papeles de regalo con vistosas moñas, gustarán y serán útiles a los que amo.

Esperaremos las 12:00 de la noche en casa, en familia. Escucharemos música navideña y conversaremos mientras llega el momento de reflexionar y dar gracias al Gran Titiritero por las bendiciones recibidas, incluidos los momentos en que nos ha puesto a prueba y hecho crecer. Seguramente durante la cena brindaremos, como siempre, por los ausentes: todos aquellos amados que ya no están porque se adelantaron en el final o porque están lejos físicamente, pero que viven en nuestros recuerdos y nuestros sentimientos más profundos; y compartiremos la alegría del momento en que, rompiendo envoltorios, los ojos de todos encuentren en sus regalos no sólo un objeto, sino toda una intención: hacernos felices.

Les deseo una maravillosa Navidad, compartida y vivida con amor. Y que podamos hacer de 2008 un año digno de recordar, con nuestro trabajo y esfuerzo, para lograr prosperidad y éxito en nuestras familias.

domingo, diciembre 09, 2007

LOS TÍOS


Vienen en todos los tamaños, colores, sabores y estilos. Los hay jóvenes, no tanto, felices, amargados, chistosos, regañones, amigos, guías, compañeros, compinches... Hay familias que tienen muchos, en otras hay pocos. Son parte del árbol familiar pero en ocasiones son adoptados por incondicionales. Así como los abuelos juegan un rol importante en la vida familiar, los tíos -aunque no lo notemos- también tienen peso en el desarrollo de los niños, convirtiéndose en una figura de mucho peso en nuestras vidas.

Mis hermanas y yo tuvimos muchos. Mi padre tuvo seis hermanos y una hermana, así que con mucho sentido del humor -y a veces, de la ironía- se llamaban Blancanieves y los siete enanos, los Hermanos Karamasov y algún otro nombre que ahora no recuerdo. Mi padre era el número seis, en el grupo de los chicos; y fue con sus hermanos un ejemplo de cómo se debe acudir a una necesidad de cualquier tipo... y cómo no deben discutirse ciertos temas -como la política- en reuniones familiares.

Mi única tía mujer, Graciela, la mayor de todos, fue mi figura favorita por muchos años. Una mujer trabajadora y emprendedora, luchadora y valiente, aprendió a enfrentar la vida desde que tuvo que ayudar a mi abuela a cuidar a sus hermanos... y estoy segura que no fue tarea fácil.

Por el lado de mi madre, sólo son dos hermanos: ella y mi tío Paco. De manera muy diferente a la familia paterna, con quienes no tuvimos una relación íntima, con este lado materno la cosa fue muy distinta. Mis tíos Paco y Ruth tuvieron tres hijos que fueron como hermanos para nosotras y con quienes ahora, ya todos muy maduritos, nos siguen ligando hermosísimos y tiernos recuerdos de nuestra infancia compartida.

A diferencia de mis primos paternos, con quienes sólo nos veíamos en ocasiones especiales como Navidad, día de la madre, cumpleaños de mi abuela (el abuelo murió antes de casarse mis padres), enfermedades -y ahora velorios, casi siempre- con mis primos Sarg la relación fue permanente y constante.

Entre mis más viejos recuerdos está el del día que mi querido tío Paco me pidió que no le llamara más "tío Pico" porque no le gustaba, sino que lo llamara como ahora lo hago; tomando en cuenta que debo haber tenido unos cuatro años, asumo que la petición me movió el piso. Pero lo hizo de una manera tan dulce y amorosa, que lejos de sentirme mal me regresa la sensación de simpatía que me invadió viendo sus negros ojazos llenos de chispas mirándome hasta el alma.

Mis tíos y primos vivieron mucho tiempo en el interior, en la finca del abuelo; allá íbamos a pasar las vacaciones invariablemente. Cuando decidieron venir a vivir a la ciudad, éramos vecinos, pared de por medio. El servicio telefónico no era fácil de conseguir en esa época, así que el tío Paco consiguió unos teléfonos a pilas que pasó por la ventana de las salas de ambas casas para podernos mantener comunicados a cualquier hora.

Con él íbamos a las matinales dominicales, cuando por el equivalente de US$0.35 por persona se conseguía ver una función de dos películas para niños... y nos llevaba a los siete, él solito, sin ayuda de nuestras madres. La costumbre de ver cine continuó por muchos, muchísimos años, aún cuando yo era una joven emancipada y liberada; entonces me llamaba al llegar a la ciudad -pues ya había vuelto al interior- y nos reuníamos en casa de mis abuelos para almorzar o cenar y luego salir a ver lo que le interesara de las carteleras.

Por él aprendí a amar el cine, los libros, a beber un buen café, a conocer las diferencias entre las etnias de nuestro pueblo y respetar a cada una por sus bellas costumbres; la música folcklórica guatemalteca interpretada en marimba, también fue una enseñanza suya, tomándose el tiempo necesario para contar historias preciosas sobre las diferentes familias de marimbistas y compositores que colman nuestra cultura musical.

Siendo masón, me enseñó que respetan todos los credos, que aman a un solo dios, el Gran Arquitecto del Universo. Me enseñó también a ser curiosa, a no temer, a estudiar e investigar, a no quedarme con ninguna duda. Y aunque algunas de sus enseñanzas tardaron años en madurar y prender, mucho de lo que soy, pienso y siento, se lo debo al hombre que tomó el lugar de mi padre cuando él se fue.

Mi querido tío Paco, un hombre enamorado de la vida, enamorado de la música, enamorado de las mujeres, enamorado del amor, supo ser un abuelo tierno, dulce y paciente cuando vivíamos juntos y mi hija era apenas una niña de cuatro años. Era muy normal para mí que, al volver del trabajo, lo encontrara a él en su habitación, sentado en su sillón, sosteniendo un libro entre las manos... y a la par suya, en su pequeñita silla de madera, estuviera ella, con un libro de cuentos. Así fomentó en mi hija ese maravilloso hábito. La cuidaba, conversaban como los mejores amigos, la vigilaba a escondidas cuando ella estaba en el enorme patio trasero, jugando con su gato, su amigo invisible y sus muñecas. Y a la hora de la cena, recreaba para mí las anécdotas para que no me perdiera ninguna a pesar de tener que estar fuera de casa por mi trabajo.

Por supuesto, el tiempo ha hecho estragos en su salud. Su cuerpo está cansado y débil, pero su mente brillante, su humor -mezcla de negro y verde- permanece inalterable y sus ojos siguen mirando de la misma manera, aunque al fondo asome el cansancio. Y sus manos, ahora pecosas por la edad, siguen arrancando a su pequeña marimba notas llenas de melancolía, nostalgia y amor por lo nuestro.

¿Cómo no amarlo? Es mi tío favorito. Es el único tío de esta corriente sanguínea. Y es el ejemplo vivo de lo que todo tío debiera ser.

sábado, diciembre 01, 2007

LA MARAVILLOSA FANTASÍA


Por todos nuestros sueños y juegos infantiles, hermana, en donde vivíamos plenamente los roles que nuestra infancia copiaba de la creatividad y fantasía del cine, hechos realidad en tu sueño más preciado

Sandra y yo siempre fuimos muy unidas. A pesar de los tres años que hay de diferencia entre ambas, cuando su presencia llegó a mi vida, fue para afianzarse en cuerpo y alma. Fuimos compañeras de juegos en la niñez, juntas descubrimos la alegría de vivir durante la adolescencia y cuando anunció su boda temprana a los casi dieciocho años, quise rescatar su libertad entre las lágrimas de temor, en el medio de su precoz felicidad de mujer enamorada.

Mis recuerdos de juegos con la mejor influencia familiar para llegar a ser una buena madre, se hicieron realidad cuando llegó su primer hijo a nuestras vidas. Entonces el bebé no era "Pepito", el bebé de celuloide, sino se llamó Julio Ernesto, que lloraba y comía y había que asear a cada rato. Era una cosita viva que se movía y al que nos pasábamos de brazo en brazo mis otras dos hermanas, mis padres y yo... cuando la familia de su padre no estaba también en el círculo de espera.

Habiendo sido en la familia el primer hijo de nuestra generación, ganó su lugar real con suma facilidad. De nieto se transformó fácilmente en príncipe de mi madre y las tías soñábamos con acunarlo, alimentarlo y jugar con él... menos cambiarle los pañales, claro.

Creció siendo un niño normal, travieso cuando era el momento, pero oportunamente callado y observador, al que en muchas ocasiones descubrí mirando a los demás en actitud de grabar en su memoria lo que sucedía alrededor suyo. La vida y sus tropiezos, las circunstancias y otras muchas experiencias llevaron a mi hermana y su hijo a vivir fuera de Guatemala cuando él era un adolescente maduro y precoz también, pero en un sentido diferente al de su madre. Salieron hacia Canadá en 1990, en donde hizo una vida diferente a la que llevamos acá. Ha regresado en varias ocasiones, disfrutando de cada lugar, cada sabor y aroma que se le ha presentado desde la memoria. Como todos los emigrantes, trenza los sueños, los recuerdos y la realidad, viviendo de esta manera una existencia enriquecida por dos culturas diferentes, dos maneras de asimilar las circunstancias, dos calidades de vida.

Esta semana tuvimos una agradabilísima sorpresa. Desde el norte nos llegó la noticia: Julio Ernesto obtuvo el galardón Filmmaker On The Rise Award (Cineasta más prometedor) que le fue otorgado por su trayectoria en el mundo de los cortometrajes y el Best Screenplay (Mejor Guión) por su guión de The Hunchback. También recibió una nominación con su película Master Plan, en la categoría de Mejor corto extranjero. Este festival premia trabajos audiovisuales independientes considerados con gran potencial en la industria del cine en Estados Unidos.

Cuenta Julio Ernesto que su carrera en el cine comenzó en 2001, cuando conoció al famoso actor Edward James Olmos, quien le sugirió escribir guiones, así que decidió tomar un curso especial para realizarlos en la universidad. Luego de dos años de escribir historias, comenzó a enviar su trabajo a productores norteamericanos. Así nació su interés en ser escritor, luego productor y ahora director de cine. Dice: "Como guionista, siempre me aseguro que la historia tenga sentido y que los personajes en la película se muestren como personas reales y se comuniquen en un lenguaje que sea apropiado para el género"; su propuesta es dura e intensa, con diálogos fuertes y expresiones de gran emotividad. "Cada producción que hago tiene un fuerte mensaje, así la audiencia puede llevarse algo consigo mismo cuando termina la película; no me gusta la idea de hacer algo sin propósito".

"Cuando uno obtiene este tipo de premios inspira confianza en los inversionistas para obtener fondos para el presupuesto de una nueva película; asimismo, también se llama la atención de varios actores y productores de renombre", dice.

Actualmente es propietario de la productora Quetzal Productions, con la que ya tiene varios guiones preparados con el fin de presentarlos a posibles inversionistas. Por el momento se está concentrando en un guión para largometraje de género supernatural/horror, llamado Host. También tiene los títulos Sleep is the devil y Anatomy of a kidnapping, listos para ser trabajados. Y busca realizar un proyecto personal muy importante para él, que es su primera producción en español y filmada en Guatemala, que se titulará "Leyenda".

El orgullo que sentimos, estamos conscientes, está un poco fuera de foco. Si Julio Ernesto hubiera continuado viviendo en este país -aunque sea el lugar en donde nació y al que él vuelve con añoranzas- probablemente no hubiera tenido acceso a este campo de actividad. O quizás sí, pero eso nunca lo sabremos.

Los invito para que conozcan sus cortometrajes, avances de proyectos y fotografías, en el sitio oficial de su productora: quetzalproductions@gmail.com y en la página www.myspace.com/released_theshortfilm.

domingo, noviembre 25, 2007

Sin él, la nada...


Esta mañana, poco después de las 7:00, luego de hacer las compras de verduras y frutas para la semana, pasé con el hombre que me vende queso y crema desde hace muchos años. Un viejecito enamorado y flirteador, amante de la vida con todas sus bondades. Don Carlitos -que así le llamamos- disfruta de ir al mercado durante el fin de semana. Coloca su antigua camionetilla Toyota -que debe ser modelo '70, por lo menos- que en algún momento fue roja pero que ahora muestra un naranja con propensiones al amarillo, de tan desteñida que está.

En la parte trasera coloca su mercancía: requesón con lorocos (esas deliciosas florecillas aromáticas que nos gustan tanto a los chapines); también queso fresco, de capas, oreado, de pita... La mantequilla lavada, que da un insuperable sabor en la cocina pero que no lleva todos los fines de semana, ya que le debe dedicar tiempo aparte para su manufactura y no siempre dispone de él, pues el cuidado de su esposa enferma le consume horas y horas. ¡Y ni hablar de la crema! De primera calidad.

También vende chocolate en tableta: una libra contiene cuatro ruedas oscuras y dulcemente aromáticas, que al ponerse a hervir darán dos tazas de humeante chocolate cada una. Los guatemaltecos acostumbramos tomarlo sin leche, sobre todo cuando el viento del norte empieza a peinar las copas de nuestros pinos y cipreses.

Pero he divagado otra vez y me salgo del tema. El caso es que para don Carlitos, decía, la experiencia del mercado sabatino es un aliciente. Es ese día cuando sale de su casa dejando a su hija al cuidado de su esposa y él puede dedicarse a "hacer unos centavos" vendiendo sus productos artesanales, jamás comparables con los que se consiguen en el supermercado fabricados a nivel industrial. Pero hay un ingrediente más, mucho más importante para él: la oportunidad de reencontrarse semanalmente con sus clientes y amigos, fieles a través de los años, con quienes mantiene un grato nexo de servicio y amabilidad. Don Carlitos es un experto en el arte del piropo lisonjero, que jamás se pasa de la frontera del respeto. Es un arma efectiva para hacer que las amas de casa que llegamos a su puesto a esas horas de la mañana, la mayor parte de veces sin pensar en el maquillaje ni la moda, nos sintamos frescas y atractivas a pesar de todo.

El amor, dice él, es la energía del mundo. Es la fuerza de la vida. Es la razón de vivir. Pero no sólo el amor pasional que todos vivimos en algún momento de nuestras convulsas o tranquilas existencias, sino el amor a todo: a la familia, los amigos, el trabajo, el barrio, los clientes, ¡todo! Amar lo que se hace, diariamente, en cada orden de nuestra existencia, desde abrir los ojos y ver el cielo por la ventana, hasta los alimentos que nos llevamos a la boca, ver los rostros de los que amamos o, simplemente, escuchar nuestra música favorita o leer a García Márquez, Kundera o Camilleri...

Despedí a don Carlitos con un abrazo y me dirigí a mi Yaris. Al mirar hacia el frente, en un pequeño parquecito lateral al mercado y en una banca verde de madera, una pareja se obsequiaba arrullos y arrumacos tempraneros, seguramente en la víspera del amor, ese que mueve al mundo y del que tenemos que aceptar que, sin él, no tenemos nada...

domingo, noviembre 18, 2007

EL TIEMPO DE LA COSECHA


A Anag

Como todo lo que hacemos en la vida -cualquier acto o pensamiento, un sentimiento, un deseo- toda acción tiene su reacción. Es el boomerang de la vida. Mi madre le llama "Ley de Compensación". No sé exactamente lo que es, pero existe. Está presente en cada habitante del planeta, en cada ser vivo -pensante o no-, hasta en el comportamiento climático.

Si existe Dios, tiene todo perfectamente controlado con esta ley. Nada se escapa a ella. Me ha alcanzado muchísimas veces.

Nuestras equivocaciones tendrán, tarde o temprano, la factura que nos cobrará la vida por ellas. La mañana que decidimos quedarnos durmiendo seguramente nos traerá la enseñanza de que el tiempo perdido, hasta los santos lo lloran. El minuto que nos detuvimos en nuestra carrera para ayudar a levantar las manzanas del puesto de una niña -como en aquel cuento que está dando vueltas por Internet- nos traerá tarde o temprano, además de la satisfacción de haber hecho una buena obra, un acto igualmente benéfico hacia nosotros o a los que más amamos.

Nada queda sin un precio. Todo tiene un valor. Y lo pagamos con gusto o sin él, porque la vida no nos pregunta si nos gusta, simplemente está allí y dependerá de nosotros aceptarlo.

Las horas invertidas en el esfuerzo, las noches de desvelo que se fueron en el aprendizaje, los días luminosos que transcurrieron afuera mientras vos persistías en tu empeño por lograr superar ese obstáculo, los años de dedicación, de lucha obstinada por no ceder, el cúmulo de esfuerzo y trabajo que fueron enfrentados con valentía aunque por momentos hubieras querido "tirar la toalla", todos estos actos de coraje que te llevaron a lograr la meta, parte importante de toda tu vida, tendrán su recompensa. Y la vida te sonreirá más todavía.

Llegará el tiempo de la cosecha...

sábado, noviembre 10, 2007

OH, MELANCOLÍA


Oh melancolía, novia silenciosa,
íntima pareja del ayer;
Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer;
Oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar;
Oh melancolía, rosa del aliento,
dime quién me puede amar.
Silvio Rodríguez

En una tarde callada y serena, fría y azul como ésta, llegan galopando los recuerdos. Esos melancólicos y grises que vienen envueltos en la remembranza de lejanos momentos, a veces tan idos que se confunden con nuestra propia fantasía.

Y entonces camino por el corredor largo y ancho, de cuadros amarillos y rojos con flores de colores, rodeado de pilares que vigilan el paso hacia el ancho patio; al fondo, la jardinera con sus adustas orejas de burro, levantándose firmes, buscando el sol... En la puerta del dormitorio de mis padres, veo la cama inmensa siempre pulcra y arreglada, lugar al que jamás tuvimos acceso, ni de noche ni de día. Escucho las risas de mis hermanas pequeñas y, mientras me doy vuelta para saber en dónde están, las veo venir a mi encuentro, sonrientes, con sus pasos tempranos e inseguros, buscando nuestros juegos.

O puede ser que me dé vuelta en la pequeña cama instalada a la par de la de mi abuela. Me ha despertado el sonido de las páginas del periódico ese, tan grande, que ella hojea lentamente, mientras toma a sorbos un café que se enfría esperándola, entre líneas de noticias y bocanadas del humo de cigarrillo. Despierto totalmente y la veo, blanca y hermosa, la cabellera corta y rojiza cubriendo apenas la frente sobre los ojos oscuros. Siente mi mirada, baja la página del diario y me mira, sonriendo. Una calidez maravillosa inunda mis nueve años.

Camino presurosa por el corredor del colegio, silencioso y oscuro, mientras busco la moneda para llamar por el teléfono público. Llego y, temblando, marco los cinco números en el disco metálico, que regresa con su gorjeo antinatural. Del otro lado responde la voz profunda y fuerte de mi padre, que me pregunta "¿Y?" Entrecortadamente pero muy feliz, tanto como no recuerdo haberlo sido en muchos años, le digo casi a gritos que gané el título de secretaria. La exaltación se retuerce y anuda en la garganta, pero no importa. Él y yo somos uno en el pequeño éxito.

Despierto primero de la mente. El pequeño dormitorio parece dar vueltas ante mis ojos. No siento el cuerpo, quiero moverme y no puedo. Casi con angustia, obligo a mi mente a sacudir las amarras del sueño provocado, para encontrar la luz. Caigo nuevamente en el pozo del vacío, hasta que una voz de mujer me despierta. Abro lo ojos y allí está, junto a mi rostro: una pequeñísima y delicada figurita, envuelta entre frazadas, que abre también los ojos y parece mirarme, fijamente. "Es su hija", me dice la enfermera. Y aguanto la respiración, me obligo a salir del letargo para inundar mis pupilas y mi alma de la inmensidad de esa maravilla que agita las manitas tenues y rosas, mientras una felicidad más allá de la razón me eleva como nunca antes nada lo logró.

La melancolía dulce-amarga que me provoca ir por estos recuerdos, madre ella de suspiros y sonrisas, también me ha animado a continuar transitando por esta vida, intensa y apasionada, llena de aciertos y errores. Humana, por fin. Que ángel no me gustaría ser.

domingo, noviembre 04, 2007

Día de Todos los Santos... y de los Muertos



En Guatemala, como en muchos otros lugares, se celebra el Día de Todos los Santos el 1° de noviembre. Pero en realidad, ese día se utiliza para recordar a los muertos de cada familia. Las calles y avenidas aledañas a cada cementerio en la ciudad capital son cerradas para contener el cúmulo de visitantes que ese día visitan las tumbas de sus seres amados para limpiarlas y lavarlas, pintarlas y remozarlas, para, por último, adornarlas con ramos y coronas de flores. Los cementerios, normalmente quietos y callados, se convierten este día en los sitios más visitados y felices, pues las familias asisten completas, viendo a los niños jugar mientras los adultos cumplen con este ritual anual. No significa que durante todo el año las personas no visiten los cementerios, sino que este día, en especial, la visita es más larga, en familia y para rendir un tributo al recuerdo de los muertos, que se inicia de esta manera. Este año fueron visitados por más de un millón y medio de personas.

En la zona central de la república, básicamente en la ciudad capital y en Antigua Guatemala, se culmina el día comiendo a medio día, el siempre ansiado y esperado fiambre. No se sabe a ciencia cierta cuándo se inventó esta receta, pero dicen que fue en la época de la colonia española, durante un Día de Todos los Santos: una familia recibió la visita inesperada de muchas personas y no estaban preparados para el almuerzo, así que la cocinera tomó todos los ingredientes que tenía en la cocina y preparó este fabuloso platillo que ahora es delicia de los chapines.

Hay dos versiones: el blanco y el rojo. Las dos "facciones" se pelean por la autenticidad de su platillo, diciendo que el propio es el verdadero fiambre. Pero la verdad es que el único y tradicional es el que comemos año con año, en compañía de los que amamos. Cada cocinera, durante su historia, le ha quitado o agregado algún ingrediente, haciendo que se disputen la supremacía muchos nombres famosos en nuestra tierra.

Acá va la receta del fiambre guatemalteco, del blanco, la comida para celebrar la memoria de nuestros seres amados ausentes.

Empiece con uno o dos días antes de anticipación. Esta receta es para 30-40 porciones.

Ingredientes

• Base de verduras
2 remolachas
1 botella de vinagre
12 zanahorias
1/2 botella de aceite de oliva
1 coliflor
1/2 kilo de ejote
6 cucharaditas de mostaza
1/2 kilo de arveja
25 pacayas tiernas pequeñas (o 2 latas grandes)
1 repollo
50 cabecitas de cebolla
1 cucharadita de pimienta en polvo
4 cucharadas de sal
3/4 de taza de azúcar
4 hojitas de laurel
2 ramitas de tomillo
4 onzas de alcaparras
1 cucharada de salsa inglesa
250 gramos de frijol blanco
250 gramos de garbanzo

• Carnes
1/2 kilo de butifarras
1 lengua pequeña salitrada
1/2 kilo de jamón
1 pollo cocido (deshuesado)
1/2 kilo de mortadela
1/2 kilo de salchichas
1/2 kilo de salami
1/2 kilo de chorizo colorado
1/2 kilo de chorizo negro
1/2 kilo de longanizas
1 lata de sardinas pequeñas picantes
1 kilo de camarón

• Adorno
3 lechugas
2 latas de chile pimiento morrón
25 rabanitos
6 huevos duros en rodajas
1/4 kilo de aceitunas
250 gramos de cebollitas curtidas
2 latas de espárragos
250 gramos de pepinillos dulces en rebanadas
12 chiles chamborotes
250 gramos de queso americano tipo Kraft

Preparación

• Base de verduras
Lave las remolachas, quíteles el tronco y raíz y póngalas a cocer cubiertas de agua con una cucharada de sal. Cuando estén cocidas, pélelas y pártalas en rodajas. Aparte.

Las demás verduras cocínelas en agua cada una por separado y agrégueles una cucharada de sal. Las zanahorias partidas en cuadritos, la coliflor en manitas pequeñas, el ejote cortado sesgado, las arvejas -si son frescas- cocidas con agua y sal. Las pacayas cocínelas cambiándoles 3 veces agua hirviendo con sal. Ralle el repollo fino, lávelo y agregue las cabecitas de cebolla, la mitad del vinagre, (diluido con agua pues es muy fuerte), 4 onzas de aceite, tres cucharaditas de mostaza, una cucharada de sal, un cuarto de taza de azúcar, media charadita de laurel, una ramita de tomillo. Deje hervir unos 10 minutos. Esto agréguelo a las verduras cocidas ya todas juntas y a las alcaparras.

Ponga a hervir el resto del vinagre con dos tazas y media de agua; cuatro onzas de aceite, dos cucharadas de sal, media taza de azúcar, una cucharadita de pimienta, dos hojas de laurel, una ramita de tomillo y una cucharadita de salsa inglesa. Deje hervir este caldillo durante cinco minutos, pruébelo, no debe quedar ácido ni dulzón.

Ponga a cocinar el frijol blanco y el garbanzo, por separado. Aparte.

Antes de revolver las verduras, separe las rodajas de remolacha así como unas pacayitas tiernas, unas manitas de coliflor; aparte cada una y déjelas en salmuera con un poco de caldillo.

Al día siguiente se componen los platos agregándole al curtido un poco de todas las carnes partidas en trocitos, (no parta las sardinas. Además agregue los jugos de los espárragos, chiles pimientos morrones, arvejas (si son enlatadas) y de los pepinillos. Agregue además unos chiles pimientos morrones picados y unas aceitunas.

• Carnes
Cocine el pollo, deshuéselo y desmenuce en tamaños regulares. Parta la salchicha sesgada. Cocine los chorizos, longanizas y butifarras separados y pártalos en rodajas. El jamón, la mortadela, salami y salchichón pártalos en tiras gruesas. Lave bien el camarón y cocínelo sin agua (saca su propio jugo) luego pélelo y quítele la vena; corte en tres. Cada una de las carnes póngalas en trastos separados.

• Adorno
Los chiles pimientos morrones y los quesos fresco y americano córtelos en tiras. Los rabanitos hágalos en flor.

Agregue los platos poniendo curtido, alrededor la lechuga (lavada y seca), encima coloque todas las carnes a su gusto, el frijol y garbanzos y todos los adornos. En medio coloque un chile chamborote y espolvoree con queso duro.

Acompáñelo de un vino de carácter y pan tipo francés. Por supuesto, del amor de su familia y los mejores recuerdos harán el resto.

sábado, octubre 27, 2007

ES TUYA


Ves esa fotografía en una revista, la tele o en internet. Te llama la atención el lugar, tal vez soleado, quizás nevado y gris. Ves las montañas o las olas en la playa. El sol. Personas sonrientes, mirando al cielo. Y están sonriendo a pesar de que el viento les arrebata el cabello y se los vuela. Tal vez envueltas en pieles, con las narices rojas y los ojos casi cerrados por el frío. A lo mejor se cubren la cabeza con un sombrero de palma, llevan inmensas mochilas sobre la espalda y usan shorts y botas para soportar los largos y penosos caminos selváticos.

No importa, te llamó la atención la imagen, te gustó el colorido, te pareció interesante el lugar. Y entonces se te ocurre -¿por qué no?- visitar ese lugar. Lejano, lejanísimo... O no, tal vez a un par de horas de tu ciudad, tan cercano que no te había interesado visitarlo antes.

Y te ponés a investigar.

El tiempo de camino. El precio del transporte. ¿Hay hoteles para quedarse? Viene el asunto de la plata, si es mucha, si es poca, si te alcanzará lo que tenés ahorrado, si tendrás que esperar un poco...

Y así, va tomando forma, va madurando la idea, vas armando el rompecabezas. ¡Un viaje! No importa a dónde ni qué tan lejos, lo maravilloso es viajar.

Decidís la mejor fecha de acuerdo con el clima, contando las monedas, tomando en cuenta tu tiempo de vacaciones. Tu viaje será para descansar, tal vez... ¡O para ir de compras! ¿Para conocer el lugar que has soñado visitar? No importa.

¿Tenés maletas? A lo mejor será preferible llevar una pequeña. O una grande, pero vacía, para que te quepa lo que comprarás en el viaje. Quizás una mochila sea suficiente, porque no vas de "shopping" ni de visita social, sólo a aventurar...

Entonces, ya decidida la razón de tu viaje, tomás acción: reservás los boletos y el hotel y armás los recorridos. Te ofrecen tours guiados. Son más baratos y completos, te dicen. Pero no, es mejor hacerlos a tu ritmo, a tu gusto, siempre resultarán mejores. Sólo hay que tomar valor y arriesgarse.

Tenés todo el plan armado. Vas solo, vas acompañado. Y empezás a contar los meses. Y seguís ahorrando. Y después, los meses se convierten en semanas. Y seguís contando. Luego son sólo días los que quedan. Seis, cuatro, dos... ¡Mañana salís!

Revisás la lista. ¿Está todo en la maleta? ¡No se te olvide la cámara de fotografías! Ni el pasaporte, si es que lo necesitarás. ¡Menos los boletos! Otra vez revisás la maleta, a ver... Ropa de dormir, ropa interior, cepillo de dientes, desodorante, jeans, calcetines, sandalias, traje de baño o abrigo... Está todo. Bien, ahora a dormir. O a tratar de hacerlo, ¡mañana es el gran día!

Y llega, te levantás antes de que suene el despertador, te bañás y salís presuroso. No da para desayunar, la ansiedad te gana, así que lo mejor es arrancar de una vez. Besos de hasta luego, cuidate mucho, avisá cuando llegués. Y te fuiste.

Los días pasan raudos. Las noches no las sentís, a lo mejor no dormís nada aprovechando para traslados. ¡Lindo viajar! Comés, bebés, caminás. Visitás los lugares que querías ver, algunos quedan porque el tiempo no alcanza. Siempre es así. Porque el plan inicial tendrá, trenzadas, muchas sorpresas. Nuevos amigos que te "robarán" horas que después querrás prolongar. Lugares insospechados en el camino entre uno y otro, muy famosos. Y llega el final.

Otra vez la ansiedad, pero esta vez por la mezcla entre querer continuar la aventura y volver. A tu cama, tu baño, tu casa. Ni hablar, querés volver con tu gente. Ver sus rostros en el encuentro. La alegría del abrazo, del beso de bienvenida. Contarles y mostrarles. Compartir los recuerdos, los momentos que habrías querido tenerlos contigo para que vieran, olieran, saborearan juntos.

Y de camino a tu barrio, volvés a ver tus montañas, los árboles, las flores. Las calles que amás, tu río, tu mar, tu lago, tu desierto, lo que sea, es tuyo. Los niños jugando en la calle, los gatos en las cornisas de las ventanas. Pasás por la panadería de la esquina y el olor del pan de tu vecindario te llega al alma. Escuchás las bocinas, los motores, las aves. Todo tuyo.

Llegas a casa, bajás del auto que te lleva junto con tu maleta y entrás a tu hogar. Con tu aroma y tus colores, con tu tibieza, tus ángeles y demonios esperando por vos detrás de las puertas, debajo de tus sábanas y tu cama, encima de tu mesa. Toda tu vida anterior, que se mezcla con el cargamento de tu última aventura. Para enriquecer más tus días, para contarle a tus amores, los de hoy y los de mañana.

Que la felicidad es tuya. Que sólo tenés que dejarla salir y ver la luz, en tu casa o fuera de ella.

sábado, octubre 20, 2007

UN TEMA COMPLICADO


Leyendo opiniones sobre el aborto, me han llegado algunas ideas que también comparto sabiendo que es un tema espinoso y de difícil manejo.

Sin embargo, como mujer, deseo comentar algunos puntos.

• Creo sinceramente que el tema del aborto NO es un tema religioso. Es verdad que muchísimas personas en este planeta viven y practican alguna religión, sea de la corriente que sea. Pero también es verdad que las hay y muchísimas también, que no creen en ningún dios y que, por lo tanto, la postura de la iglesia -cualquiera- les es absoluta y totalmente transparente. Soy de la opinión y lo tengo muy cimentado en mi mente, que la iglesia y el Estado no son compatibles. Agua y aceite. Por favor, a no meter las manos de unos en el campo de los otros.

• Pienso que la procreación no tienen ningún misterio. Es un hecho absolutamente demostrable, fácilmente detectable y, además, repetible, científicamente hablando. No quiero decir con esto que la cópula entre dos seres humanos, con todos los ingredientes de deseo y emotividad que lo hace más atractivo e irrenunciable, puedan ser repetidos o reemplazados, sino hablo de que el producto de la copulación en el periodo de fertilidad femenino con la participación de los espermas masculinos es lo que se puede recrear en un laboratorio, tomando los mismos elementos participantes, por supuesto. A veces, incluso, esta es la única manera en que una mujer puede ser fecundada.

• Quiero aclarar, no estoy de acuerdo en el aborto para evitar hacerse cargo de un embarazo no deseado. Coincido en que, antes de llegar a ese punto, existen la educación sexual (que debiera ser tarea de los padres y madres, pero que al no cumplir estos con ese rol, será la escuela quien lo desempeñe) y el involucramiento de la sociedad toda para facilitar el uso de los métodos anticonceptivos eficientes para evitar embarazos no sólo no deseados sino provocadores de riesgos de salud en las probables madres. Y, en último caso, como muy bien expone Michael, el que toda sociedad cuente con una ley de adopciones que garantice el bienestar del niño, así como que evite que el mal de algunas sociedades actuales, el mercado de niños, sea lo que incite a engendrar y parir hijos.

• Disiento en que la reproducción y el mantenimiento de la especie humana es función fundamental de la matriz. Insisto, los métodos científicos actuales permiten la fertilización in vitro y estoy segura, no tardaremos en conocer que los niños puedan desarrollarse en "matrices" no humanas, si esto fuera necesario. Pero para no caer en extremismos, aceptaré momentáneamente este enfoque, digamos, físico. Sin embargo, continuando con el tema de los anticonceptivos, me siento sorprendida cuando leo "Quizá no me guste y diste mucho de lo ideal, pero la realidad es deber de cualquier sociedad hacerle fácil el acceso a estos elementos a cualquier mujer que los solicite". Creo que, en parte, ésta es la razón principal de este mal: ¿qué pasa con la facilidad para que cualquier hombre busque, utilice y haga parte de su práctica sexual el uso del anticonceptivo por excelencia, el condón, que no sólo evita en un altísimo porcentaje la fecundación, sino también la transmisión de enfermedades infecto contagiosas? Ojalá y las nuevas generaciones logren salvar esa manera de ver las cosas, teniendo compartida la responsabilidad en el arduo trabajo de la no fecundación. No es sólo que la mujer "se cuide", poniendo muchas veces en riesgo su salud porque algunos métodos no son los más indicados para su organismo, sino compartir la decisión de no engendrar hijos -que no pueden o no quieren ser tenidos en ese momento o nunca- tanto de ella como de su pareja. No es sólo la mujer quien debe tener la educación necesaria, ¡los hombres también!

• Por supuesto, si vamos a regirnos por lo que las iglesias "piensan y dicen" pero que "hacen y encubren", el tema puede prolongarse hasta la eternidad. Por eso, insisto, este argumento no es para que ser tratado por ese canal, sino desde el punto de vista legal y de la salud.

• Otra arista del tema son los embarazos producidos por una violación. Que nadie venga a decirme que una mujer no verá en ese niño el momento más espantoso y humillante de su existencia. Tendrían que estar dentro del cuerpo de una mujer para saber lo que se vive durante este acto, porque el mismo, practicado en un cuerpo masculino, no engendra los mismos sentimientos en la víctima o el victimario. Un hijo producto de esta aberración será siempre el presente de un pasado desgarrador, sin contar con el tipo de genes que tendrá de parte del engendrador, al que me resisto a llamar "padre". En estos casos estoy totalmente de acuerdo en practicar un legrado inmediato después de la violación, haya o no haya fecundación.

• Me niego a aceptar que "no se está haciendo lo suficiente para viabilizar socialmente a los niños -en su gran mayoría negros-engendrados por madres sin educación, sin estructura social y sin muchas esperanzas de lograr ninguna de las dos cosas", por la sociedad norteamericana o cualquiera otra en el planeta. No estamos haciendo mucho por todos los niños de todas las razas, en los que el factor común es la pobreza. ¿O es pensamos que los abortos son un acto exclusivo de las bajas esferas económicas del planeta? La diferencia estriba en que las mujeres -o niñas- de un sector socioeconómico más alto, serán "atendidas" en clínicas cuidadosas, con médicos y enfermeras que conocen el procedimiento; y las otras, las que no pueden acceder a estos servicios, siempre recurrirán a métodos altamente peligrosos, que conllevan riesgo para la salud y la vida, en manos de personas irresponsables y en lugares no autorizados ni calificados para este proceso. Sean blancas o negras, ricas o pobres, creyentes o no, todas las mujeres del mundo merecen tener una atención calificada y segura para pasar por este momento que, como muy bien dice nuestro amigo, provocará un trauma en mujeres equilibradas. No entraré a mencionar casos específicos conflictivos.

• La matriz es propiedad de cada mujer. De nadie más. Y ella debiera ser la única que decidiera sobre la conveniencia o no de ocuparla con un hijo. Pensar al contrario sería como decir que el pene es propiedad de Dios y que sólo él debiera decidir lo que los hombres hacen con este "travieso" apéndice, que pareciera que, en muchos casos, tiene vida propia porque no logra ser controlado por el cerebro de su dueño.

• Por último, creo que cada vida que se engendra es un tesoro, sí, para la humanidad. Pero la raíz de que esto se asuma de esta manera está en la aceptación y convencimiento de concebir esa vida porque se quiere y se puede, además de hacerse cargo de ella con responsabilidad y amor. No todos los humanos que nacen vienen al mundo en esas condiciones, tristemente. Y a más pobreza e ignorancia, más concepciones.

No es un tema fácil, jamás lo será. Pero en la medida que las mujeres asumamos la conciencia de nuestro valor sobre esta Tierra, que luchemos por nuestros derechos y nos hagamos cargo de nuestras obligaciones, lograremos el respeto hacia nuestro cuerpo tanto de nosotras como del resto de la sociedad. Y esto es lo único importante.

sábado, octubre 06, 2007

Goodbye, old friend


Hace unos veinticinco o treinta años, no recuerdo bien cuántos, lo vi por primera vez en una de las calles de mi ciudad. Iba caminando, serio y elegante, vistiendo traje negro e impecable camisa blanca, con chaleco y corbata negros. En mi país, soleado casi siempre, es difícil encontrar a un hombre que use traje oscuro de día, por lo que verlo llamaba poderosamente la atención, más porque él era alto de estatura, de tez blanca y mirada oscura y profunda. Y a eso sumemos que en esos años los habitantes en la capital no éramos muchos y los reencuentros eran frecuentes. Su figura serena me fue siendo familiar.

Pasó el tiempo y uno de mis cuñados, de nacionalidad colombiana, lo presentó en familia. El círculo de sudamericanos residentes en Guatemala no era muy grande por aquellos años, así que los nexos de solidaridad fácilmente se transformaban en amistad. Esa fue la manera como Jorge Saavedra llegó a nuestra vida.

Conforme pasaba el tiempo, él iba mostrando su personalidad. Amante absoluto de la poesía, era uno de los intérpretes más maravillosos que conocí, escucharlo y verlo era toda una fiesta que podía durar horas y mis pininos en esa materia fueron impulsados por su generosidad haciendo que me asombrara al escuchar mis palabras escritas, hilvanadas ellas por su acento chileno, profundo y emotivo. Jamás podré olvidar el brillo de sus ojos y su sonrisa plena cuando culminaba la interpretación de cualquier poema, famoso o no, con la alegría de haberlo vivido mientras su cuerpo, mente y espíritu estaban entregados a ese momento.

Pero además de ser un enorme artista, Jorge era un Amigo. Leal, solidario, afectuoso, dueño de un espíritu lleno de entrega y amor por el prójimo, una vez encontró a un coterráneo suyo, ciego, que interpretaba melodías con un viejo violín en una de las avenidas céntricas de mi ciudad. Día a día pasaba saludándolo y dejando su ayuda (jamás dijo limosna) para que su amigo sobreviviera. Al llegar el final, Jorge se hizo cargo de todo el trámite administrativo y de las exequias, cumpliendo fielmente, año con año, el ritual de visitar la tumba y cancelar el pago correspondiente en el panteón en donde reposan los restos del amigo. No tengo idea de si este hombre tenía una familia en Guatemala, pero si no la tenía, Jorge se autonombró responsable de él.

Muchas veces se acercó a mis hermanas o a mí, cuando pasábamos por algún momento difícil, para ofrecer su mano. Cualquiera que fuera la situación, Jorge estaba presto a ayudar. Ni hablar de la cantidad de amigos que tenía en el barrio en donde vivía, pues era ampliamente conocido por su singular caballerosidad y su afable sonrisa. Durante meses, mientras mi viejo Audi estaba en el taller, Jorge se tomó el trabajo de llevarnos al lejano supermercado y traernos de vuelta a casa, cargadas con las compras semanales. Recuerdo muy bien los nervios al atravesar la calzada, una de las más transitadas, pues su pick-up también tenía ya algunos años de uso y sus reacciones eran lentas.

Cómo no agradecer a la vida el regalo de haberlo conocido y, a través de él, a sus hijas Angélica y Paulina, con quienes me une un lazo fuerte y vivo, tejido por el amor que -ellas como hijas verdaderas y yo como hija espiritual- le tenemos a Jorge.

La vida quiso que la distancia física nos impidiera vernos más, pues él se fue a vivir a su Santiago querido, con Pauli; sin embargo, el afecto y nuestra amistad nos mantuvieron unidos hasta el final. Sé que sus últimos tiempos fueron activos, pues él insistía, a pesar de sus más de ochenta años, en buscar público para sus muy bien montados recitales. Era muy acucioso en la búsqueda, con especial énfasis en los establecimientos educativos pues, decía, a la poesía hay que aprenderla desde tierna edad.

Ayer me llamó Paulina para contarme que Jorge había partido. Me quedé con el deseo de escuchar su voz amorosa indagando por toda la familia, por cada miembro de ella, de uno en uno. Ayer tenía planificado llamarle, como cada semana lo hacía. No será más.

Por ahora, sólo me resta esperar a que el tiempo suavice el dolor de la ausencia definitiva. Seguiremos la ruta que nos trazó, en la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad, como un matrimonio con el género humano, hasta volver a encontrarnos.

sábado, septiembre 29, 2007

UN RECUERDO INEVITABLE


Hace unos días, debido a un problema eléctrico, la bomba de agua que abastece a nuestro edificio dejó de funcionar. Las carreras se hicieron más intensas, el tiempo empleado para los baños se duplicó, el consumo de energía también al tener que calentar agua para atemperarla y que cada palanganada no cayera como un susto líquido en nuestra espalda.

Entonces vino desde el pasado el recuerdo de los 365 días posteriores al terremoto que vivimos en Guatemala en 1976. Después del cimbrón de las 3:33:33 horas, que nos levantó del sueño en una mezcla de terror, angustia y desesperación, tuvimos que aprender a sobrevivir con la escasez.

La energía eléctrica se cortó cuando el movimiento pasó de 4 grados Richter (el terremoto fue de 6.8), así que cuando logramos ponernos en pie y lograr que nuestros pensamientos fueran suficientemente claros para salir corriendo de nuestras casas, lo hicimos acompañados de sombras. Recuerdo claramente el camino desde mi habitación hasta la cocina de mi apartamento en el mismo barrio norte de la ciudad en el que ahora vivimos. Al pasar frente al cuarto de baño, mis pies tocaron agua: el tanque del inodoro -acá no están empotrados en la pared, sino encima del artefacto- se había salido al quebrarse la tapa cuando se corrió y cayó al piso. Al llegar a la cocina, mis manos temblorosas lograron encontrar una vela y unos fósforos para alumbrar la bajada por la escalera hasta el primer piso, a donde llegué lo más rápidamente que mis piernas temblorosas me lo permitieron.

Cuando el sol salió y pude ver lo que había sucedido, el alma se me hizo chiquita. Las paredes de ambos lados estaban tumbadas sobre la misma calle, dejando al descubierto las casas como si se tratara de esas de muñecas con el traspatio abierto. Todos fuimos buscando entrar a nuestros hogares conforme el reloj nos iba alcanzando, entre uno y otro temblor de tierra. Allí fue cuando las cosas empezaron a complicarse, pues nos dimos cuenta que el agua, los teléfonos y la energía eléctrica, brillaban por su ausencia.

Con el movimiento telúrico, las cañerías, viejas casi todas, se reventaron. Y el preciado líquido se derramó a lo loco subterráneamente. Las diferentes municipalidades del país tuvieron que aplicarse durante meses para hacer los trabajos de reparación necesarios, aprovechando a modernizar las redes de distribución. La energía eléctrica fue llegando paulatinamente a cada barrio, dependiendo de qué tan dañados estuvieran los tendidos y postes. Los teléfonos hicieron los propio. Los habitantes de cada barrio se movilizaron inmediatamente y formaron grupos de vigilancia para evitar que "los cacos" aprovecharan la oscuridad para robar y asaltar.

La industria y el comercio tuvieron que comprar generadores de energía por combustible para poder continuar con sus operaciones. Los comercios fueron prácticamente vaciados por los vecinos que buscaban contar con alimentos, por si la situación empeoraba y el interior no enviaba las legumbres, granos y frutas que nos llega a las diferentes ciudades del país desde allí.

Hace ya más de veinticinco años de este acontecimiento y todavía los recuerdos son claros y precisos. En esta tierra llena de montañas y volcanes, cruzada por dos enormes fallas (la de Cocos y la del Caribe) se esperan, siempre, situaciones similares. Temblores tenemos constantemente. Pero un terremoto de tan grande magnitud, dijeron, duraría en llegar unos cincuenta años. Y el tiempo corre...

Hasta la semana entrante.

sábado, septiembre 08, 2007

NO HAY PLAZO QUE NO SE CUMPLA...


... y fecha que no se llegue. Mañana domingo 9 de septiembre, votaremos en Guatemala. Se cumplió el plazo para hacerlo, después de cuatro años de gobierno de la GANA, una coalición de partidos de centro-derecha, con un presidente poseedor de un mediocre liderazgo, defensor de los intereses del capital, sin mucha brillantez política, bastante "lengua floja" y una visión de la vida tan, pero tan superficial, que da risa... por no llorar.

Sin embargo, su gobierno tuvo algunos aciertos dignos de mención: en el plano turístico se logró colocar a Guatemala en el lente de los periodistas de todo el planeta al lograr que se llevaran a cabo, en esta ciudad, convenciones y reuniones de título mundial, como la Convención del Banco Mundial y la Reunión Anual del Comité Olímpico Internacional, entre otras. Eso ha hecho que se duplique la cantidad de visitantes a nuestra tierra en este período de gobierno.

La macroeconomía se estabilizó, se firmó un TLC con Estados Unidos, se iniciaron las negociaciones para otro más con la Unión Europea, ambos en conjunto con otros países de Centro América. Amén de otros aciertos que han hecho que nuestros productores agrícolas o de productos no tradicionales se hayan abierto campos importantes en mercados antes no tocados.

El Ministerio de Educación modernizó su sistema de enseñanza, hizo cambios al programa de estudios, modificó las responsabilidades de los maestros e inició un programa para que los padres de familia también intervengan en la administración de escuelas e institutos de enseñanza media. También echó a andar un programa para dotar de tecnología informática a los maestros interesados en tenerla, a través de la compra de laptops con facilidades de pago con un precio muy bajo, incluyendo la conexión a internet con banda ancha. A pesar de haber enfrentado un movimiento anti-cualquier-cambio que provocó que muchos maestros estuvieran fuera de sus labores obedientes al mandato de su sindicato, la Ministra de esa cartera logró cambios importantes, aunque no los que inicialmente había propuesto. En este país, con un porcentaje de analfabetismo 23.97%, cualquier movimiento hacia la mejora debería ser bien recibido, pero hay tantos intereses para evitar que las personas mejoren su nivel de conocimientos, que siempre habrán contras pagados para obtaculizar los procesos.

La red de carreteras fue mejorada, encontrándose todavía algunas áreas en trabajos de ampliación o cambio de asfalto por concreto. Algunos caminos vecinales que no contaban más que con terrcería fueron pavimentados y otras carreteras fueron abiertas en donde antes no existían medios modernos para sacar y dejar entrar el comercio en las comunidades circundantes.

Sin embargo, el talón de Aquiles de este gobierno fue la seguridad. Tanto los delincuentes comunes, los mareros y los narcotraficantes, nos mantienen cercados y temerosos. El presidente Berger pareció no darle importancia -al menos, no la que se necesitaba- a este flagelo que tiene raíces en todos los ámbitos de nuestra sociedad, que ha contaminado al Ministerio de Gobernación (del Interior) y sus dependencias. Ni hablar del sistema de presidios, que es una verdadera vergüenza.

Pero era mucho pedir que, en sólo cuatro años, se sacudiera de suciedad a nuestros poderes para iniciar una nueva era.

Ahora llega otra vez el momento de elegir. Las opciones que tenemos no son convincentes. Más de lo mismo y lo nuevo, todavía no madura. Es verdad, hay participación de todos los sectores: hombres, mujeres, ladinos, indígenas, derecha e izquierda, ricos y pobres, todos estamos representados. Pero nada ni nadie "es". Los riesgos son enormes en cuanto a votar por un partido en donde el narcotráfico ha metido sus manos... y sus billetes. Del otro lado están los militares, ansiosos de volver a tener poder y dinero mal habido. Y más allá los ladrones. Y en el otro, los asesinos. Y los que puede que lleguen a ser, pero que todavía no son. ¿Entonces? Démosle otra oportunidad a lo que está, que ya sabemos de qué pata cojea. Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer... y sufrir.

Las encuestas dicen que tendremos segunda vuelta. Y que será entre los malos y los peores. Me espantó la posibilidad. Pero viendo un video que nuestro amigo Antonio Fernández Arosteguy nos hizo llegar, se me ocurrió pensar en que siempre, la unión hace la fuerza. En contra de todas las encuestas. A pesar de las altas posibilidades. Además de los temores. Unidos podemos transformar una terrible pérdida, en un maravilloso triunfo.

Ya veremos si logramos cambiar nuestra historia.

Vean el video, no se lo pierdan. ¡Es altamente inspirador!

http://www.youtube.com/watch?v=LU8DDYz68kM

Nos vemos en una próxima ocasión.

domingo, agosto 19, 2007

DESAYUNANDO EN TECPÁN


En nuestro país vivimos atados a muchas tradiciones, tanto indígenas como "ladinas" (los mestizos que compartimos esta tierra); y entre éstas, se encuentran las religiosas que celebran, entre otras cosas, el santoral católico. De tal manera que muchas poblaciones y ciudades disfrutan de asueto el día del santo que tienen como patrón. La Virgen de la Asunción es la patrona de nuestra ciudad capital y el 15 de agosto es su fiesta, por lo que disfrutamos del "feriado" en miércoles, viajando a Tecpán -en el departamento de Chimaltenango- situado a 89.5 kilómetros de distancia de la Ciudad de Guatemala.

Con una extensión de 247.90 kilómetros cuadrados, está 2,286 metros de altura sobre el nivel del mar lo que hace que su clima sea frío, en ocasiones amaneciendo con temperaturas por debajo del 0, aunque conforme avanza el día y calienta el sol, sube el termómetro hasta una temperatura agradable y fresca. Tecpán tiene un poco más de 50 mil habitantes, de los cuales más del 80% son indígenas que hablan el idioma kaqchikel, que es el predominante en ese departamento, además del español. La mayoría de sus pobladores se dedican a la agricultura, haciendo que sus explanadas y montañas tengan similitud con una enorme frazada de retazos en todos los tonos de verde que su imaginación pueda inventar. En esta página encontrarán datos interesantes de Tecpán: http://www.geocities.com/tecpangua/.

Las enormes plantaciones de hortalizas han ido compartiendo el espacio con siembras de milpa que hace un par de años no existían, curiosamente, pues el maíz es nuestro más amado alimento, junto con los frijoles negros. Lo que sí es verdad es que no queda un espacio que no esté cultivado. Es una carretera con ascensos y descensos, sumamente pintoresca, llena de sorpresas a la salida de cada curva. Inmensos espacios que se divisan desde la altura, coronando las montañas, llenos de coloridos poblados rodeados de sembradíos y maravillosa naturaleza propia de esa altura: pinos, robles y cipreses.

Así es que el miércoles salimos de casa a las 7:15 horas, con un clima para habernos arrepentido de salir. Lloviznó prácticamente durante todo el recorrido, salvo en algunos espacios en los que las nubes ya se habían elevado del suelo y acariciaban las copas de los árboles en su ascenso... Pero conocedores de que muy probablemente el día se iría "arreglando" conforme pasaran las horas, persistimos en nuestro deseo de ir a desayunar a uno de los muchos restaurantes de comida típica que están esparcidos a lado y lado de este tramo de la carretera Interamericana.

Elegimos comer en La Cabaña de don Robert (http://www.cabanadedonrobert-dondemonica.com/home.htm) una cabaña -valga la redundancia- estilo suizo, rodeada de jardines y flores sencillos pero hermosos y, un poco más alejados del centro del restaurante, los bosques de pinos. Un lugar precioso, bien atendido y con un ambiente hogareño y que, si hace un lindo día, se puede disfrutar de comer bajo una pérgola con enredaderas y flores, los niños pueden jugar o correr en los extensos campo o montar a caballo, en actividades que en la ciudad no se pueden desarrollar ya.

Al entrar al local vimos que había todavía pocos parroquianos, así que pudimos elegir una mesa a la par de una ventana por donde se colaba tierno el sol, con vista al patio trasero, con jardineras de margaritones y cartuchos.

Los desayunos típicos chapines son cosa de tomar en serio. Lamentablemente, el corre-corre diario no nos permite tomarlos diariamente, pero cuando hay ocasión, es imposible decir que no. Así que no fue difícil decidir en la carta que nos presentó el mesero: Mosh (que no es otra cosa que avena hervida en leche y servida rala), huevos revueltos con chorizo ahumado (en mi caso, con cebolla, tomate y chile pimiento), frijoles volteados, plátanos fritos, tortillas, queso, crema y un buen chirmol picante, para intensificar el sabor de la comida. Claro, acompañados del excelente café guatemalteco o de una riquísima taza de chocolate puro, sin leche ¡claro! Y al final, pan dulce, tostadito. Por supuesto, consumir este desayuno nos llevó un buen rato pero cuando finalizamos, volvimos hacia la ciudad despacito y muy satisfechos.

Para los que no conozcan los frijoles volteados, este link les llevará a una página de comerciales de una conocida marca que los comercializa enlatados, listos para ser consumidos, aunque cada familia les hace los agregados para sazonar a su gusto: http://www.frijolesducal.com/comerciales2.php.

Otra característica de estos restaurantes de Tecpán, es que todo lo que se consume en ellos, es artesanal. Tortillas, pan, quesos, embutidos, jaleas y mermeladas, pasteles, postres, todo es fabricado por los propietarios de cada local. Es una sana oportunidad de adquirir productos frescos que se pueden llevar a casa, como las deliciosas mermeladas de sauco y membrillo que elegimos, o los dulces típicos, otras delicias de nuestra gastronomía. Acá un link para algunas recetas de estos: http://www.rapicompra.com/articles_new.php?page=1.

Y así concluyó nuestro día de descanso. Muy bien utilizado y disfrutado. Si alguna vez se deciden a ir a Tecpán, no dejen de pasar por sus innumerables restaurantes. Seguramente estarán dispuestos a hacerse con la tradición de ir para allá a desayunar.

Hasta la próxima semana.

sábado, agosto 11, 2007

LAS DIEZ MEJORES


Durante muchos años, mi hija y yo hemos jugado a encontrar las diez mejores cosas que la vida nos regala. Por supuesto, la lista ha ido cambiando y modificándose conforme los años, las circunstancias y los descubrimientos, pero algunas permanecen sólidamente en nuestras prioridades.

Para jugar un poco con esta lista, comento con ustedes lo que es hoy nuestra escogencia, aunque el orden de aparecimiento no significa nada en la importancia de cada uno de estos regalos.

1. Los helados. Ese maravilloso invento francés que existe en prácticamente todas las culturas y que es un delicado obsequio para los sentidos, no tiene parangón en los postres. Vaya a donde vaya, siempre encontrará deliciosos helados, algunos fabricados artesanalmente -que son los mejores- brindándole placer y alegría. El último mejor calificado lo comimos en Punta del Diablo, en una venta de helados artesanales de la que lamentablemente olvidamos el nombre, pero no así que el más delicioso helado de limón lo comimos allí.

2. Los quesos. Quesos frescos, quesos procesados, quesos duros, para untar, acompañados por pan, para profundizar el disfrute de los vinos, para probar con frutas. Y ya que soy vegetariana, un trozo de buen queso acompaña la mayoría de las veces mis comidas, transformándolas en banquetes impresionantes.

3. Las aves. Esos pequeñísimos seres vivos, luminosos, graciosos, lindos y por si fuera poco, sonoros, son de nuestros favoritos. Eso sí, libres, por favor. Nada más molesto que un canario en prisión cantando todo el día.

4. Los gatos. Nuestros favoritos. Desde mi niñez, siempre he tenido acompañantes felinos. Y mi hija aprendió a amarlos como yo. Acompaña nuestros días Indira, una siamesa de nueve años, con ojos celestes como el cielo más radiante, a la que ahora mismo estoy escuchando beber agua al pie de mi ventana. Me fascina la personalidad de los gatos: libres, indiferentes, autodeterminados, sabios.

5. Coca-Cola. Sí, señor. Un vaso de esa deliciosa bebida, burbujeante y fría, a no más de 6° C, es de lo mejor para calmar la sed y eliminar el calor. Habiendo trabajado 13 años en una embotelladora de Coca-Cola en Guatemala, aprendí todos los misterios y secretos de la marca -menos su fórmula- y me convertí en un fanática de la marca. Hasta el sol de hoy, después de casi diez años de no estar más allí, no mencionamos la "palabra con P" ni cometemos la locura de beber otra cosa que no sea nuestra bebida carbonatada favorita.

6. Internet. Ésta es de las más nuevas escogencias. No teníamos acceso a ella cuando empezamos el juego pero ahora ambas coincidimos en que no concebimos la vida sin esta maravilla de la tecnología. Cada vez que tenemos dudas, de cualquier índole, simplemente hacemos el ademán de teclear y ambas sabemos en dónde encontraremos la respuesta que buscamos.

7. La música. ¿Quién se anima a decir que podemos vivir sin ella? Presente absoluta y totalmente en nuestros días y noches, dependiendo de nuestro estado de ánimo, ella es nuestra más frecuente compañía. Aunque no significa que siempre escuchemos los mismos ritmos.

8. Íntimamente ligado al ítem anterior, está nuestra escogencia siguiente, el baile. Cuando nuestros ahora adultos hijos eran niños y adolescentes, solíamos pasar las fiestas de fin de año en casa de mi hermana menor. Entonces la alegría de la noche era poder bailar, desde mi madre hasta el más pequeño de los patojos, todos con todos, compartiendo la alegría que da el exteriorizar de esa manera nuestro deseo de ser felices.

9. ¿A quién no le agrada recibir flores? Para nosotras, nada comparado con el maravilloso presente de tener flores en casa. Nada tiene igual. Color, forma, aroma. Una flor puede decir lo que se desee, sin abrir los labios. Hasta cuando se pasa por el dolor de perder a alguien amado, las flores hacen acto de presencia aliviando la carga emocional. Y ahora que la distancia es relativa, también las flores virtuales cumplen su función de agradar. Salvo por el aroma, al que hay que imaginar.

10. El café. Una taza de café al empezar el día, hace que veamos las cosas de diferente manera. Adiós a la pereza, al sueño, al dolor de cabeza... Beber café de altura de esta tierra mía no tiene comparación en el mundo con ninguna otra bebida caliente. Por supuesto, el grano debe estar molido y tostado en su punto exacto y su preparación debe obedecer a un ritual acatado con respeto y cariño. Brindar una taza de café a nuestros visitantes, es un orgullo para los guatemaltecos.

Y termino esta lista de hoy. Quién sabe si mañana continuará siendo la misma, porque el mundo cambia y con él, nosotros. Afortunadamente.

Preparen sus propias listas con sus hijos o nietos y diviértanse encontrando las maravillas que esta vida nos regala.

Hasta la próxima semana.

sábado, agosto 04, 2007

LA MÚSICA


Los primeros recuerdos musicales que vienen a mi memoria, están ligados con mi abuela Api. Debo haber tenidos unos cuatro o cinco años cuando la escuchaba cantar canciones de su juventud, en los '20s. "Besos y cerezas", decía, le cantaba algún enamorado atrevido a sus hermosos ojos oscuros, redondos y grandes, que semejaban la brillantez de esas frutitas que acá comemos en una sola temporada al año -entre junio y agosto- acompañando duraznos en un exquisito almíbar con color a cerezas chapinas, que acá son oscuras, tanto, que parecen negras.

La recuerdo también levantándose a bailar charleston, con una mueca entre penosa y divertida. De ella aprendí los pocos pasos que quedaron en mi memoria y que surgen, de repente, cuando en alguna fiesta deciden tocar un popurrí de melodías y estilos para todos los gustos. Claro, fiestas de adultos, muy adultos.

Y es que mi abuela Api era una caja de sorpresas. También cantaba tangos y estoy segura que de ella me quedó el gusto por ellos, porque en esta latitud no son muy fáciles de escuchar. La recuerdo cantando "Julián", mientras entremezclaba las estrofas con la historia mil veces repetida de cuando mi padre, Julio, tuvo que irse exiliado a México. Por supuesto, la historia dista mucho de parecerse al tango, pero de allí le quedó el gusto por llamarlo Julián.

Las canciones mexicanas, sumamente escuchadas en este país debido a la vecindad con México, también le gustaban; pero no los típicos corridos o las tan famosas rancheras, sino aquellas que la hacían reír o que podía cantar libremente sin comprometer ninguna reacción sentimental. Entonces era común escucharla entonar "La pulga y el piojo", "La cucaracha" o cualquier otra canción con tintes infantiles.

El viejo radio Blaupunkt de la casa de mis abuelos sonaba todos los domingos por la mañana, hasta pasado el medio día, con las notas de la marimba. La interpretación de las antiguas y conocidas melodías que han acompañado a nuestra guatemalidad durante generaciones, fueron la compañía en esos familiares almuerzos en donde di los primeros pasos de baile sobre los pies de mi abuelo.

La música, parte integral de nuestras vidas, de nuestras culturas, acompañante perfecta en cada estado de ánimo que nos asalta en lo largo de nuestras vivencias, es imposible de erradicar de cada minuto de existencia. Muy a pesar de algunas sectas religiosas que pretenden culpar a la música de los pecados de sus seguidores -monstruosidad tan grande no tiene perdón- a través de los años y sus transformaciones ha sido y seguirá siendo la que ponga el ritmo a nuestro corazón.

Se la enseñamos a nuestros hijos como nosotros fuimos enseñados por nuestros padres y será nuestro vínculo feliz con los nietos, de la misma manera que nuestros abuelos la utilizaron muchas veces para hacernos sonreír. Y ahora, ya adultos y maduros, sonreír y suspirar con ella.

sábado, julio 28, 2007

UNA INVITACIÓN


Hace una semana aceptamos la invitación que nos hicieran desde el Hotel Museo Casa Santo Domingo, en Antigua Guatemala, para pasar con ellos el fin de semana. Como les he comentado anteriormente, Antigua fue asentada en el Valle de Panchoy, en 1543; no pasa de los 32 mil habitantes y dista de la ciudad capital -Guatemala- 45 kilómetros, con un altitud de 1530 metros sobre el nivel del mar. Mejor clima, imposible. Está rodeada por los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango, lo que brinda a la ciudad un encanto difícil de igualar. Por donde quiera que se mire, la naturaleza asoma por encima de los techos de teja de barro de las casas, la mayoría de ellas de tres siglos de edad.

Sus calles empedradas nos llevan al pasado sin ningún esfuerzo y la multiplicidad de restaurantes, de todos los estilos y sazones posibles, nos permiten viajar con el paladar a cualquier rincón de la Tierra. En esta ciudad se han dado cita personas de los cuatro puntos cardinales que llegan como cualquier turista y que deciden permanecer en ella, viviendo y confraternizando con sus habitantes guatemaltecos y extranjeros, lo que provoca que Antigua sea una pequeña ciudad, sí, pero cosmopolita.

Volviendo a nuestros anfitriones, debo decirles que es imperativo que puedan disfrutar de la magia que este fantástico hotel regala a sus visitantes. Inaugurado en 1989 sobre las ruinas del Convento de Santo Domingo de Guzmán, hoy por hoy es en Guatemala un foco de atracción mundial, manteniendo un fabuloso ritmo de trabajo para brindar a los huéspedes y visitantes un nivel de atención absolutamente real. Cada habitación está concebida con exquisito gusto y los niveles de comodidad son excepcionales. Desde las almohadas de plumas que pueden ser solicitadas en la textura que más nos agrade, hasta la placidez de las noches rodeadas de la más hermosa vegetación, iluminados sus corredores, jardines y salones con exquisita discreción haciéndolas silenciosas y mágicas; todo este escenario permite encontrar el sueño extraviado en la ciudad con nuestras carreras y tensiones.

El restaurante de Hotel Museo Casa Santo Domingo ha sido calificado por la revista Conde Nast, en la Lista de Oro 2006, como el tercer lugar de Centro y Suramérica en la categoría de Food Score. Nuestra imaginación culinaria puede hacerse verbo en este estupendo restaurante. Les aseguro que quedarán absolutamente encantados. Y en septiembre 2006, la revista smartertravel.com nombró a Casa Santo Domingo, como le llamamos familiarmente, el lugar número seis en la lista de los diez hoteles más lujosos a nivel mundial.

El fin de semana transcurrió como un suspiro y toda la expectativa se transformó en satisfacción. Mejor, ¡imposible!

Conozca más de la ciudad de Antigua Guatemala en http://www.antiguaguatemala.info/

Y del Hotel Museo Casa Santo Domingo, en http://www.casasantodomingo.com.gt/espanol/index.html

Aunque para disfrutar plenamente de ambos, debe estar allí. ¡Anímese y venga a Antigua Guatemala!

Lo invito a compartir las fotografías de nuestra fantástica estadía, visitando el álbum de fotos en
http://picasaweb.google.com/carmen.palmierisarg/CASASANTODOMINGO/photo#s5090245539376598082

Hasta la semana que viene.

EL GRITÓN


De todos los seres pensantes es sabido que aquel que tiene fe en lo que dice, pleno conocimiento o sustentación de sus creencias y convencimiento de lo que considera verdadero, no tiene motivos ni razón para gritar.

El caso es que, en algunos lugares de América Latina -me confirma mi prima Ana María que es peruano- un niño ha venido presentándose por algunos años, recitando versículos de la biblia, repitiendo líneas a todas luces "guiadas" y sobreactuando su papel de "niño-prodigio-pastor-iluminado", lanzando gritos y prácticamente contorsionándose como en un escenario circense.

Lo más triste de este caso es ver, entre los asistentes a los servicios religiosos, a personas que aparentan criterio maduro, un nivel socioeconómico adecuado para tener la educación y formación que les impida fanatizarse, alzando las manos al cielo y gritando al unísono alabanzas a Dios por las palabras que el pequeño gritón les lanza con una mezcla de torpeza, cursilería, cinismo y falso humor. Este jovencito, que despotrica en contra de la evolución y niega a voz en cuello tener parentezco con el mono, bien podría revisar junto a sus "espíritus guías" cualquiera de las filmaciones de sus peroratas, con humildad y mente amplia, para modificar su estilo francamente simiesco.

Y es que esta humanidad, en su afán de encontrar el camino -o a sí misma- se aferra a lo que considere una tabla de salvación. De tal manera, cuando surgen "iluminados" que dicen lo que los demás anhelan escuchar, se convierten en "salvadores" de almas extraviadas, sin que éstas se detengan a analizar con cordura y utilizando la razón -maravillosa herramienta- si están o no en el camino correcto.

De tal manera, algunas sectas evangélicas consideran "pecado" que las personas hagan evidente su alegría cantando o bailando, frenando, anulando y diabolizando una de las expresiones más maravillosas que podamos encontrar en este nuestro planeta, la música.

Lo digo cada vez que puedo: antes de conectar la emotividad, hay que conectar la razón.

Véalo en http://es.youtube.com/watch?v=RnmBaWy4D

lunes, julio 23, 2007

ESTO ES, EN REALIDAD...


Hoy recibí un texto que cuenta la historia del Día del Amigo. Me pareció interesante cómo mientras su creador, Enrique Ernesto Febbraro, veía la llegada del hombre a la Luna, decidió que ese 20 de julio debía ser el inicio de la celebración a la amistad.

Y ese pensamiento me llevó a otro y ese a otro más, hasta remontarme a mi primera amistad de verdad, allá por los 60's, cuando mi ser atisbaba apenas a la vida, con esa linda mezcla agridulce de curiosidad y temor ante lo desconocido que, para ser sincera, era prácticamente todo. Nuestra vida en la Guatemala de aquellos años era casi como vivir en el interior, pues nuestro barrio quedaba en las afueras, rodeado de árboles y mucho verde, cosa que no es fácil de encontrar en la parte vieja de la ciudad. Allí, mientras iba y venía al colegio, conocí a una chica un año menor que yo. Muy delgada, con un tipo oriental precioso, llena de gracia y simpatía. Madeline se llamaba. Y poco a poco, en cada viaje de nuestro barrio al centro y del centro a nuestras casas, fue creciendo nuestra relación entre risas y llantos, alegrías y tristezas, secretos y descubrimientos. Todos los momentos compartidos, algunos realmente memorables, fueron tejiendo una red fuerte y cálida en donde sabíamos que estaríamos a salvo si, en algún momento, la vida nos obligaba a saltar al vacío.

Por esas cosas de la vida, después de graduarme -siendo yo un año mayor, lo hice antes que ella- y empezar a trabajar, nos alejamos un poco, no nos veíamos con frecuencia, pero nos reuníamos alguna vez para tomar un café y remojar en él los últimos acontecimientos de nuestras vidas. Luego ella se casó y nuestros tiempos se hicieron menos frecuentes. Hasta que un día, estando embarazada, encontré a su madre en el viejo supermercado del barrio y me contó que ella también estaba esperando un bebé y que nacería más o menos en la misma fecha que la mía.

Al llegar a casa llamé al número que me había dado su madre y a partir de ese momento, nos hablamos por teléfono todos los días hasta que me fui al hospital. Ella no llegó a vernos y cuando volví a casa la llamé para hacer los comentarios pertinentes. Allí me enteré que su bebé había nacido y también era una niña. Nuestras hijas se llevan tres días de diferencia.

Durante casi dos años, compartimos más que momentos. Nuestras bebés se reconocían y se buscaban, se convirtieron en inseparables. Cuando volví del Uruguay, volvimos a vernos con asiduidad y nuestras nenas ya esperaban el fin de semana para pasarlo juntas, ya en su casa, ya en la mía. Y así hasta la pre-adolescencia, en que las chicas tomaron diferentes rumbos, diferentes gustos... sin embargo Madeline y yo seguimos viéndonos, un par de veces al año nada más, pero disfrutando del reencuentro como si el tiempo no transcurriera.

Los motivos de risa son ahora diferentes, las preocupaciones otras -tal vez más serias y complicadas-, los sueños se han madurado, algunos son ahora realidades.

Lo más interesante de todo es que cuando la escucho reír y miro sus enormes ojos color café llenos de lágrimas de alegría, a la que veo es a aquella adolescente delgadita y feliz, con la que compartí chistes y anhelos debajo de un paraguas o sentadas en el autobús a casa, tantas veces como inviernos y veranos vivimos juntas, esperanzadas ambas en que la vida nos traería felicidad y amor. Y cuando la pena o el dolor tocó a nuestras puertas, sin mediar palabras supimos lo que hacer para ayudar o apoyar.

Finalmente, creo que esto es, en realidad, ser amigas.