sábado, junio 23, 2007

Lo políticamente correcto


La conciencia actual de lo que está dentro de los cánones de lo políticamente correcto o incorrecto, produce que mantengamos una autocensura a nuestras palabras y acciones -incluso, a nuestros pensamientos- para no evidenciar nuestros más retorcidos deseos cuando algo o alguien no está en línea con nosotros.
Sin embargo, algunas posturas rayan en la estupidez y la cerrazón, señalando a los que se atreven a ir en contra de lo políticamente correcto, como monstruosos entes dignos de ser quemados en la hoguera de los malos pensamientos, porque claro, la hoguera real, no está autorizada.
De esa cuenta, los derechos humanos y sus defensores han proliferado en este país como los hongos en época lluviosa. Hombres y mujeres se dedican a llenar los medios de comunicación con peroratas enfocadas a salvaguardar la vida de los desposeídos y explotados, cosa que estaría muy bien si de algo sirviera. El problema es que los "derechos humanos" y sus defensores oficiales están tan desprestigiados y manoseados, que pocas personas con los cinco sentidos funcionando correctamente le dan importancia real.
En la constitución guatemalteca -en transición- de 1985, fue creada la figura de Ombudsman, en ese momento tan necesaria para ayudarnos a entrar en el mundo de la democracia. Se reconoce como "defensor del pueblo" y se le da el nombre de Procurador de los Derechos Humanos. En 1987 quedan instituidas sus funciones absolutas, junto con el cuerpo de profesionales que conforman la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala.
Grandes figuras políticas guatemaltecas han estado involucradas con esta función, habiéndose destacado Ramiro De León Carpio, que llegara a la presidencia de la República a pedido de todas las instituciones políticas y sociales, públicas y privadas de esta nación, cuando Jorge Serrano Elías, entonces presidente de Guatemala (http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Serrano_El%C3%ADas), en 1993 tuviera la ilusión de seguir los pasos del presidente peruano Fujimori. Sin embargo, habiéndosele opuesto el pueblo entero en todas sus instancias, fue relevado por el entonces Procurador de los DDHH, quien había desempeñado un papel honroso, responsable y valiente. Para nuestra desgracia, como presidente fue un verdadero desastre. Pero me salgo del tema.
El punto es que la defensa de los derechos humanos ha creado un ambiente en el que muchas personas creen que pueden actuar de determinada manera, que siempre estará para "salvarlos" con permisividad y complicidad, en vez de respeto a la ley y una postura honesta y vertical.
Los mareros (delincuentes juveniles) son siempre protegidos, a pesar de que en algunos casos tienen más de veinte ingresos a la cárcel por tener nexos con el narcotráfico o las bandas de robacarros y contrabandistas; cuentan con un historial de terror y están involucrados en escalofriantes asesinatos. Contando en el país con una ley vigente que contempla la pena de muerte, los sentenciados están en espera de la ejecución correspondiente.
Los guatemaltecos debiéramos pensar como seres civilizados, como pueblos avanzados, evolucionados en la escala humana, dicen. Tendríamos que hacer desaparecer de nuestra legislación este castigo y procurar que nuestros conciudadanos que violan la ley, pudieran regenerarse y ser reinsertados dentro de la sociedad. Hasta acá, de acuerdo. Pero, ¿qué sucede cuando un delincuente, casi siempre en complicidad con otros, actúa con alevosía y ventaja? ¿Cuando secuestran, violan, torturan y asesinan con truculencia a niñas; cuando acribillan con armas sofisticadas a sus vecinos por negarse a pertenecer a sus bandas; cuando asesinan a los comerciantes que se niegan a pagarles la extorsión; o asaltan a los usuarios del transporte público -que no pueden costearse un taxi o la compra de un automóvil- con resultados, muchas veces fatales? ¿Cuando participan en actos macabros y degeneraciones espantosas porque "la mara" (la banda) les exige "pruebas" que deben cumplir para poder pertenecer a ellas?
Cuando estas situaciones son publicadas y los guatemaltecos nos enteramos de sus horrores, todos pedimos justicia. Deseamos que sean apresados, juzgados y sentenciados. Y entonces, tal vez, les dan 15 ó 20 años de sentencia. Se sumergen en el mundo de las cárceles, desde donde mantienen contacto con sus organizaciones delincuenciales o se unen a otras, más sofisticadas. Y resulta que adquieren "conocimientos" para ser "mejores" en sus actos. Y las violaciones a la ley continúan y ellos siguen entrando y saliendo de las cárceles, dejando la juventud en ellas y convirtiéndose en adultos llenos de odio. Y la Procuraduría de los DDHH defendiéndolos siempre.
Por supuesto, en todas las prisiones del país existen programas para que los reos aprendan oficios, tengan trabajos dignos y puedan, al salir, reinsertarse en la sociedad. Algunos los aprovechan, los utilizan y salen adelante. Algunos estudian y consiguen terminar carreras universitarias, inclusive. Pero son los menos. La mayoría pareciera que no desea cambiar de vida, continúa delinquiendo (es una palabra suave para nombrar lo que hacen), piensan en asesinar, en terminar con los otros seres que tienen la mala suerte de cruzárseles en el camino... cuando estas personas ya están sentenciadas a muerte pero siguen viviendo de los demás, créanme, me molesta mucho pensar, actuar y sentir de una manera políticamente correcta.
Sé que las sociedades deben velar porque sus miembros tengan vidas decentes, con las necesidades mínimas cubiertas y haciendo que sus aspiraciones por vivir mejor se concreten. Pero en nuestro pueblo, con tantas limitaciones e ignorancia, con tantos vivos aprovechándose de cada circunstancia adversa para sacar ventaja, en donde los poderosos vuelven el rostro para no ver la miseria, difícilmente vamos a poder cambiar nuestra realidad.
Cada gobierno que llega explota estas miserias. Cada gobierno que se va, ha profundizado las mismas miserias. Cada político las manipula para sacar provecho. Y cuando las elecciones se aproximan, las mismas figuras utilizan a esta misma miseria para ganar ellas, nadie más.
Los grandes perdedores somos todos. Perdemos la confianza en las instituciones, perdemos la esperanza en el mañana, perdemos la vida en el intento. No creemos en los derechos humanos. De nadie.

sábado, junio 16, 2007

HOMENAJE


Es una verdad absoluta que, en cada ser humano, se guarda la mitad de cada uno de sus progenitores. Sin embargo, en muchos de nosotros es la influencia de uno de ellos la que nos pega hondo, profundo, la que nos hace ser de una u otra manera. Que nos hace amar el silencio o el bullicio, la risa o la melancolía, la lectura o el baile. Es también la enseñanza de ellos quien nos prepara para enfrentar nuestra propia existencia.
A veces son las vivencias compartidas las que dejan su marca indeleble, la que nos empuja o impide actuar, hablar o pensar de tal o cual manera. Las largas conversaciones tenidas mientras se comparte un paseo, durante el camino a las actividades diarias, en una tarde de pesca o una visita al museo.
Guardamos en nuestra memoria consciente -o no- los momentos que grabaron en nuestro ser la filosofía de vida, nuestros anhelos, nuestros desagrados o nuestros gustos.
Cuántas veces, en momentos de soledad o angustia, desearíamos encontrar la figura fuerte a nuestro lado, escuchar sus palabras sabias o, simplemente, hallar en sus ojos la verdad que buscamos.
Lamentablemente, no siempre en nuestra juventud reconocemos su importancia en nuestra vida. Lo más probable es que asumamos esa conciencia en nuestra propia edad madura, cuando ya nos queda muy poco tiempo para compartir o ya no estamos en el mismo plano existencial.
Sin embargo, cada acto nuestro, cada decisión, cada actitud frente a la vida, es un homenaje a su enseñanza, a sus pasos guías, a su paciencia en nuestra niñez o a su tolerancia en nuestra pesada adolescencia. Muchas veces somos un espejo de sus creencias; en otras, desearíamos haber actuado como él nos enseñó. Y en las más, sus palabras son la luz al final del túnel.
En mi país celebramos el Día del Padre cada 17 de junio. Es propicio para acudir y compartir con los padres de cada familia, reunir a los descendientes y festejar a los que están entre nosotros o brindar, como en mi hogar, por el ausente. El mío, antes, ahora y después.
En esta ocasión, también rindo homenaje a los padres de mis amigos, sobre todo a los que ya no están, los que son profundamente extrañados, amorosamente ansiados; muy especialmente, por el padre que recién partió dejando su semilla de caballerosidad, hombría y amor en el corazón de su descendencia.
A todos los lectores padres de familia les deseo que puedan reconocer en los ojos de sus hijos el mismo amor y admiración que vuestros padres vieron en sus miradas en aquel especial momento del encuentro, de la aceptación y de la comunión filial.

sábado, junio 02, 2007

UNA SOCIEDAD A LO DORIAN GRAY


La semana que termina hoy, recibí por correo electrónico un enlace que traía la invitación para conocer "la verdad" del caso Gerardi pero, al mismo tiempo, también la advertencia acerca de las imágenes que contiene el video que se encuentra en ese sitio. Y justamente, al empezar a correr las imágenes, te enterás que se trata del encarcelamiento, proceso y sentencia para Byron Lima Oliva, Byron Lima Estrada, militares padre e hijo, acusados por el asesinato de Monseñor Juan Gerardi, junto con el cura Mario Orantes Nájera, el ex-oficial del Ejército José Obdulio Villanueva y la cocinera de la Casa Parroquial de San Sebastián, Margarita López.
A medida que avanza, el video va mostrándonos la manera en que el gobierno de Alfonso Portillo -y él, dicen, personalmente- se involucró en la obtención de esta sentencia. Posteriormente comenta la muerte de Obdulio Villanueva en la prisión, a manos de presidiarios participantes en un motín. Según los Lima, esto no fue otra cosa que un plan llevado a cabo para asesinarlos a ellos también, cosa que no sucedió porque lograron salir del lugar hacia otro espacio de la prisión.
Pero mi comentario de hoy no se relaciona con el juicio, si fue o no fue justo o si tuvo vicios o cabos sueltos. Será para las espantosas, macabras, terribles y horribles imágenes de los asesinatos que han venido sucediendo en esta maravillosa tierra, en este bendito país que ha parido tantas personas trabajadoras, idealistas, entusiastas y positivas que podrían haber hecho de esta nación una joya del área centroamericana.
Desde siempre, muchas generaciones de guatemaltecos han tenido que luchar por obtener un nivel de vida medianamente decente, por hacer uso de sus primarios derechos incluído el maravilloso y fundamental de su libertad. Sin embargo, lejos de habernos desarrollado como una nación progresista, moderna y civilizada, nuestras diferentes experiencias, las actitudes de nuestros gobernantes, el miedo de los habitantes, la indiferencia de la mayoría, han provocado que nos hayamos transformado en una sociedad absolutamente cínica, llena de desapego, de apatía, amoral absoluta, egoísta y fría.
Como guatemalteca me he sentido orgullosa de nuestra tierra. De los maravillosos e increíbles paisajes que la Naturaleza nos ha regalado para alimento de mente y espíritu, para el descanso de nuestros cuerpos. He llevado las imágenes de mi país a donde quiera que he llegado, sintiéndome absolutamente feliz y honrada de ser chapina. Nuestras costumbres, ricas en sabores, colorido, aromas y sonidos, únicas y tremendamente emotivas, han sido la tarjeta de presentación que he entregado a mis amigos foráneos, así como también a los connacionales que no conocen -ni superficialmente- la belleza de Guatemala.
Sin embargo, nunca me sentí tan avergonzada, tan espantada de nosotros, tan terriblemente humillada, como cuando mis ojos vieron las macabras imágenes de este video. Lloré lágrimas de desconsuelo, de terror y de incredulidad, porque no puede ser que una sociedad que posee tantas riquezas espirituales y morales, sea capaz de permitir horrores como esos.
¡Cómo es posible que los partidos que han asumido el poder, diciendo que gobiernan (porque NO lo han hecho ni lo están haciendo) hayan permitido horrores como esos! ¿De qué manera tenemos que decir a los guatemaltecos que debemos tomar conciencia de que es URGENTE un cambio? El poder real de nuestra nación, el capital que nos hace crecer y trabajar, se ha prestado también a este asqueroso juego y tienen las manos y las mentes tan sucias como los gobernantes que han visto para otro lado, mientras las mafias, los asesinos a sueldo, los matones, los militares deshonrados y ahora los mareros, han masacrado y siguen haciéndolo todos los días, sin que haya NADIE que de verdad esté comprometido con la urgencia de terminar con tanta crueldad, cubierta y solapada por la maldita impunidad.
Creo que, lamentablemente, en los años que probablemente me queden de vida, no veré cambios. Porque hay que empezar por hacerlos en nuestra propia interioridad, en nuestras mentes y almas, para después seguir con las de nuestros hijos, enseñándoles a comportarse con decencia, honrada y honorablemente y sin temor.
Porque el problema se ha enraizado tan gravemente, que no es difícil encontrar hijos que roban a sus padres -de muchas maneras-, padres que por evitar el momento difícil de corregir o enseñar a un bebé, prefieren dejarlo hacer su voluntad desde la cuna, situación que seguirá creciendo como bola de nieve hasta convertir a ese hijo en un tirano que exige y oprime a costa de cualquier cosa, haciendo que sus padres se transformen en proveedores, únicamente, de su monstruosa ambición sin fondo ni moral.
Desde hace décadas aprendí del doctor Albert Yans, que a los hijos hay que darles amor y disciplina. A manos llenas ambos. Ningún niño se resentirá de vivir disciplinadamente si le explicamos los motivos para ello, todo acompañado del más incondicional y profundo amor. Pero para ello se requiere fortaleza y visión de futuro.
El dolor de visualizar a nuestros hijos como personas improductivas, tiranuelos insatisfechos, sanguijuelas sociales, como lacras de la vida, me estremece. Siempre he pensado que, como decía mi amado padre, más vale una colorada que cien descoloridas.