sábado, abril 16, 2005

CAMBIOS

Cambios

En este país "en vías de desarrollo", somos dueños de una tradición católica muy fuerte, en donde ésta pesa no sólo para el espíritu sino también para las chequeras y cuentas de banco de muchas personas que viven del turismo. Y me atrevo a decir que, tomando conciencia de este "pequeño e irrelevante" detalle, en los últimos años se ha notado una preocupación transformada en ocupación -esto es lo ideal- para hacer que nuestros visitantes se lleven una buena imagen de nuestra mejor temporada turística anual: la Semana Santa. Se reportan millones de dólares de ingresos y eso es bueno para el país, aunque también debo reconocer que las prácticas no cristianas venidas de las creencias mayas están haciéndose presentes en este ámbito. Entonces pienso que más que fe en Dios y sus intermediarios, es fe en los bolsillos de los turistas.

Veamos un poco de historia reciente. Hasta hace unos años, la proporción de católicos era muy superior en número y los curas entraban en las vidas de sus fieles sin oposición de ningún tipo. ¡Y hasta la cocina, literalmente y en sentido figurado!

Los sacerdotes católicos que practicaban la Teología de la Liberación tuvieron un enorme ascendente sobre los grupos de indígenas que sufrían persecución por parte del ejército en el interior del país durante los años de guerra. Algunos jesuitas, maryknolls y monjas de la Sagrada Familia, todas estas órdenes manejando colegios privados para niños y niñas de la clase media, se dieron a la tarea de abrir las conciencias de estos a la realidad dura y cruel de la población guatemalteca, sobre todo la rural. Grupos de adolescentes fueron involucrados en programas que encararon la miseria de todo orden, habiendo en algunos casos desembocado en el enlistado de algunos de ellos en las filas de la guerrilla guatemalteca. Lejos quedaron los primeros pasos de evangelización y alfabetización, cuando la realidad golpeó los rostros de religiosos y sus pupilos, provocando cientos de muertes violentas que no lograron jamás que las condiciones de vida cambiaran para la población indígena, sino hasta después de la firma de la paz "firme y duradera", cuando los diferentes puntos de ese compromiso se empezaron a llevar a cabo, aunque hasta el momento continúen las abismales diferencias entre los pocos con mucho y los muchos con poco... o nada.

Sin embargo, las diferentes iglesias evangélicas han proliferado, sobre todo después de 1982, cuando el general Efraín Ríos Montt, no contento con tener un hermano que llegó a ser obispo en la curia católica -por aquello de que "militar y cura, comida segura"- se embarcó en una aventura que le dio todavía más poder: fue nombrado ministro de la Iglesia El Verbo y unido a su poder político, provocó una fuga de católicos hacia esa iglesia y premió su "encuentro con el Señor" al otorgarles puestos de trabajo en la burocracia gubernamental. O eras "hermano" o no trabajabas.

Aparece en escena Jorge Serrano Elías, nombrado por Ríos Montt como vice-presidente del Consejo de Estado de su gobierno de facto; posteriormente fue electo presidente de la república en 1991. En algún momento se dijo que se desligó de la Iglesia El Verbo para fundar en Guatemala la Iglesia Elim. Por supuesto, la migración continuó.

A partir de allí, el porcentaje de hermanos separados -como les llamaba la Iglesia Católica en los 60's, ahora no sé cómo les llamarán- ha aumentado ostensiblemente en mi país. Las distintas sectas -evangélicos, pentecostales, luteranos, anglicanos, sabatistas, testigos de Jehová y por supuesto también la iglesia del coreano Moon y no sé cuántas más- han trabajado arduamente para sumar fieles a sus causas, teniendo un templo en cada barrio, tanto o más que las antiguas iglesias católicas. Por supuesto, las diferencias entre los templos de aquellas y ésta son abismales, ya que los templos católicos siempre han sido edificados pensando en el lujo y la pompa más que en prestar a sus fieles atención y cuidado.

Muchos programas de crecimiento y desarrollo se coordinan y mantienen a través de estas iglesias, claro que patrocinadas por los diezmos que sus miembros entregan rigurosamente a sus congregaciones. En el caso de la Iglesia Católica no es igual. Cada vez menos fieles asisten a sus actividades y ritos, no poseen la misma disciplina de diezmar como en las otras iglesias y la actitud de la mayoría de miembros de la curia, de aislamiento y superioridad sumado a los escándalos de todos conocidos, están socavando sus bases y sus templos.

Si la Iglesia Católica no pone manos a la obra para cambiar su actitud, por modernizarse y trabajar real y sinceramente para guiar y ayudar a sus fieles, creo que cada vez perderá más y más presencia. No deben seguir creyéndose propietarios de las vidas y voluntades de la humanidad.

Los ojos del mundo están puestos en la famosa chimenea del Vaticano. En este lado del planeta los católicos esperan que salga humo blanco y que el nombre del nuevo Papa sea el de un latinoamericano. Me pregunto: ¿eso hará alguna diferencia?

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