sábado, junio 02, 2007

UNA SOCIEDAD A LO DORIAN GRAY


La semana que termina hoy, recibí por correo electrónico un enlace que traía la invitación para conocer "la verdad" del caso Gerardi pero, al mismo tiempo, también la advertencia acerca de las imágenes que contiene el video que se encuentra en ese sitio. Y justamente, al empezar a correr las imágenes, te enterás que se trata del encarcelamiento, proceso y sentencia para Byron Lima Oliva, Byron Lima Estrada, militares padre e hijo, acusados por el asesinato de Monseñor Juan Gerardi, junto con el cura Mario Orantes Nájera, el ex-oficial del Ejército José Obdulio Villanueva y la cocinera de la Casa Parroquial de San Sebastián, Margarita López.
A medida que avanza, el video va mostrándonos la manera en que el gobierno de Alfonso Portillo -y él, dicen, personalmente- se involucró en la obtención de esta sentencia. Posteriormente comenta la muerte de Obdulio Villanueva en la prisión, a manos de presidiarios participantes en un motín. Según los Lima, esto no fue otra cosa que un plan llevado a cabo para asesinarlos a ellos también, cosa que no sucedió porque lograron salir del lugar hacia otro espacio de la prisión.
Pero mi comentario de hoy no se relaciona con el juicio, si fue o no fue justo o si tuvo vicios o cabos sueltos. Será para las espantosas, macabras, terribles y horribles imágenes de los asesinatos que han venido sucediendo en esta maravillosa tierra, en este bendito país que ha parido tantas personas trabajadoras, idealistas, entusiastas y positivas que podrían haber hecho de esta nación una joya del área centroamericana.
Desde siempre, muchas generaciones de guatemaltecos han tenido que luchar por obtener un nivel de vida medianamente decente, por hacer uso de sus primarios derechos incluído el maravilloso y fundamental de su libertad. Sin embargo, lejos de habernos desarrollado como una nación progresista, moderna y civilizada, nuestras diferentes experiencias, las actitudes de nuestros gobernantes, el miedo de los habitantes, la indiferencia de la mayoría, han provocado que nos hayamos transformado en una sociedad absolutamente cínica, llena de desapego, de apatía, amoral absoluta, egoísta y fría.
Como guatemalteca me he sentido orgullosa de nuestra tierra. De los maravillosos e increíbles paisajes que la Naturaleza nos ha regalado para alimento de mente y espíritu, para el descanso de nuestros cuerpos. He llevado las imágenes de mi país a donde quiera que he llegado, sintiéndome absolutamente feliz y honrada de ser chapina. Nuestras costumbres, ricas en sabores, colorido, aromas y sonidos, únicas y tremendamente emotivas, han sido la tarjeta de presentación que he entregado a mis amigos foráneos, así como también a los connacionales que no conocen -ni superficialmente- la belleza de Guatemala.
Sin embargo, nunca me sentí tan avergonzada, tan espantada de nosotros, tan terriblemente humillada, como cuando mis ojos vieron las macabras imágenes de este video. Lloré lágrimas de desconsuelo, de terror y de incredulidad, porque no puede ser que una sociedad que posee tantas riquezas espirituales y morales, sea capaz de permitir horrores como esos.
¡Cómo es posible que los partidos que han asumido el poder, diciendo que gobiernan (porque NO lo han hecho ni lo están haciendo) hayan permitido horrores como esos! ¿De qué manera tenemos que decir a los guatemaltecos que debemos tomar conciencia de que es URGENTE un cambio? El poder real de nuestra nación, el capital que nos hace crecer y trabajar, se ha prestado también a este asqueroso juego y tienen las manos y las mentes tan sucias como los gobernantes que han visto para otro lado, mientras las mafias, los asesinos a sueldo, los matones, los militares deshonrados y ahora los mareros, han masacrado y siguen haciéndolo todos los días, sin que haya NADIE que de verdad esté comprometido con la urgencia de terminar con tanta crueldad, cubierta y solapada por la maldita impunidad.
Creo que, lamentablemente, en los años que probablemente me queden de vida, no veré cambios. Porque hay que empezar por hacerlos en nuestra propia interioridad, en nuestras mentes y almas, para después seguir con las de nuestros hijos, enseñándoles a comportarse con decencia, honrada y honorablemente y sin temor.
Porque el problema se ha enraizado tan gravemente, que no es difícil encontrar hijos que roban a sus padres -de muchas maneras-, padres que por evitar el momento difícil de corregir o enseñar a un bebé, prefieren dejarlo hacer su voluntad desde la cuna, situación que seguirá creciendo como bola de nieve hasta convertir a ese hijo en un tirano que exige y oprime a costa de cualquier cosa, haciendo que sus padres se transformen en proveedores, únicamente, de su monstruosa ambición sin fondo ni moral.
Desde hace décadas aprendí del doctor Albert Yans, que a los hijos hay que darles amor y disciplina. A manos llenas ambos. Ningún niño se resentirá de vivir disciplinadamente si le explicamos los motivos para ello, todo acompañado del más incondicional y profundo amor. Pero para ello se requiere fortaleza y visión de futuro.
El dolor de visualizar a nuestros hijos como personas improductivas, tiranuelos insatisfechos, sanguijuelas sociales, como lacras de la vida, me estremece. Siempre he pensado que, como decía mi amado padre, más vale una colorada que cien descoloridas.

2 comentarios:

Equinox Fin de Semana dijo...

Un beso de felicitaciones por la nota!

Equinox Fin de Semana dijo...

palmieri is back!
Yeeeee