lunes, junio 19, 2006

MI ABUELO, EL FUTBOLISTA


Mi abuelo materno nació en 1899, en una finca del departamento de Quetzaltenango, en el altiplano guatemalteco. Según contaba él mismo, siempre fue un niño juicioso y tranquilo, buen estudiante en el Colegio Alemán de Guatemala y al que se le facilitó muchísimo hablar el idioma materno de su padre, también llamado Francisco Sarg. A mi abuelo lo llamaban "Quito", como una deformación del diminutivo de Francisco.

Siendo un adolescente y debido a su inclinación por el fútbol, jugó como seleccionado de su ciudad natal para definir el campeonato nacional. Corría 1919. Todos los participantes jugaban por el simple gusto de hacerlo ya que para entonces no existían los jugadores profesionales. Se iniciaba la historia del fútbol guatemalteco.

http://www.prensalibre.com/especiales/ME/guatefut/01.html

Sin embargo, mi abuelo no pensó prolongar su desempeño en este deporte después de su matrimonio. Abandonó las canchas y todo quedó en sus recuerdos, que solían aflorar cuando conversaba con antiguos compañeros o, muchos años después, cuando nos relataba sus aventuras futbolísticas. De tal manera que sus ojitos color miel se achicaban más mientras contaba algunos eventos emocionantes, enfocados allá, en un punto ubicado detrás de nuestros rostros ansiosos. Cuando mis primos sacaban a relucir un balón, él parecía contenerse hasta lo inimaginable, mirándolos correr y efectuar jugadas que aprobaba o condenaba con un solemne movimiento de cabeza.

Este medio día, mientras almorzábamos, mi madre -la única "fan" del fútbol en la familia- y yo veíamos el partido entre Italia y Estados Unidos. Y entonces recordamos al abuelo, que seguramente moriría de ver los cambios que se han operado en el juego de sus amores, desde el uso de los antiguos zapatos con tacos de metal por otros ergonómicos, durables y menos peligrosos; los balones de cuero que se ponían pesados cuando llovía durante los partidos por el actual modelo testado por alta tecnología; hasta los serios y rigurosos uniformes por los ahora vistosos y coloridos, sin tomar en cuenta la tecnología utilizada en la transmisión de imágenes y sonidos de los partidos, para que podamos verlos desde la comodidad de nuestro hogar.

Mi abuelo siempre dijo que, "en sus tiempos", se jugaba fuerte. Que la marca era constante y que el fútbol era un juego rudo, para hombres (moriría otra vez si supiera que las mujeres ahora también juegan). Puedo verlo erguido, tenso, con los ojos alertas, mientras las jugadas más peligrosas que le tocó enfrentar volaban de su cerebro a su boca, recalcando que en la cancha se debía ser rudo, pero caballeroso. Una cualidad que, parece, ha desaparecido de los escenarios deportivos.

Tuve un padre maravilloso, al que recuerdo vívidamente todos los días; pero mi abuelo, "el abue", también fue una figura importante en mi formación y crecimiento. Fue un hombre honorable, honrado y visionario; un padre amoroso, responsable y generoso. Un marido amoroso y tierno. Un amigo leal y sincero. Un abuelo a todo dar, que nos amaba intensamente pero no por ello nos permitía "blandeces" o "malas crianzas". Siempre nos alentó a luchar por lo que queríamos y su ejemplo sigue siendo el mejor para lograrlo.

No hay comentarios.: