lunes, agosto 14, 2006


Una buena, buena gripe, merece un buen, buen descanso. Metida entre la cama, cómoda y confortable, viendo pasar las horas sin preocuparse, se puede vencer el virus más pronto de lo que se pueda una imaginar.

Trataré de descansar hasta el último músculo de mi cuerpo, no me preocuparé por nada y en ese estar placentero entre estornudo y estornudo, mientras mi nariz se pone roja y se quema, también sentiré una placidez inigualable...

O tal vez sí, tal vez se pueda igualar con otro mal que aqueja a todos los seres humanos del planeta (¿quién sabe? a lo mejor los aliens también lo padecen alguna vez) en un momento de nuestras vidas: el mal de amores.

Ese "problemita" que no se mejora con una aspirina -los síntomas de la gripe sí-, que sólo podemos padecer personalísimamente -igual que la gripe- y que haberlo padecido no nos inmuniza... igual que con la gripe.

Así que si en algún momento nuestro corazón, mente y cuerpo resienten el final de un amor, no hay mejor remedio que quedarnos en casa, tal vez cómodamente en cama, sin presionarnos para nada, mirando nuestro programa favorito, la película que siempre quisimos ver o leyendo el libro que no hemos tenido tiempo de terminar. Comamos lo que más nos plazca, elijamos el mejor postre que se nos ocurra y mantengamos aislados a los amigos y familiares bien o malintencionados que quieren "arreglar" la relación... a pesar de nuestra propia experiencia y decisión, como cuando todos te recetan este o el otro antigripal, a pesar de que vos sabés muy bien que los efectos secundarios te fastidian la vida y que lo mejor es dejar que la enfermedad fluya libremente para erradicarla de tu organismo.

Así que... a disfrutar de la gripe o del mal de amores. ¡Mientras más pronto nos deshagamos de ellos, mejor!

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