sábado, agosto 11, 2007

LAS DIEZ MEJORES


Durante muchos años, mi hija y yo hemos jugado a encontrar las diez mejores cosas que la vida nos regala. Por supuesto, la lista ha ido cambiando y modificándose conforme los años, las circunstancias y los descubrimientos, pero algunas permanecen sólidamente en nuestras prioridades.

Para jugar un poco con esta lista, comento con ustedes lo que es hoy nuestra escogencia, aunque el orden de aparecimiento no significa nada en la importancia de cada uno de estos regalos.

1. Los helados. Ese maravilloso invento francés que existe en prácticamente todas las culturas y que es un delicado obsequio para los sentidos, no tiene parangón en los postres. Vaya a donde vaya, siempre encontrará deliciosos helados, algunos fabricados artesanalmente -que son los mejores- brindándole placer y alegría. El último mejor calificado lo comimos en Punta del Diablo, en una venta de helados artesanales de la que lamentablemente olvidamos el nombre, pero no así que el más delicioso helado de limón lo comimos allí.

2. Los quesos. Quesos frescos, quesos procesados, quesos duros, para untar, acompañados por pan, para profundizar el disfrute de los vinos, para probar con frutas. Y ya que soy vegetariana, un trozo de buen queso acompaña la mayoría de las veces mis comidas, transformándolas en banquetes impresionantes.

3. Las aves. Esos pequeñísimos seres vivos, luminosos, graciosos, lindos y por si fuera poco, sonoros, son de nuestros favoritos. Eso sí, libres, por favor. Nada más molesto que un canario en prisión cantando todo el día.

4. Los gatos. Nuestros favoritos. Desde mi niñez, siempre he tenido acompañantes felinos. Y mi hija aprendió a amarlos como yo. Acompaña nuestros días Indira, una siamesa de nueve años, con ojos celestes como el cielo más radiante, a la que ahora mismo estoy escuchando beber agua al pie de mi ventana. Me fascina la personalidad de los gatos: libres, indiferentes, autodeterminados, sabios.

5. Coca-Cola. Sí, señor. Un vaso de esa deliciosa bebida, burbujeante y fría, a no más de 6° C, es de lo mejor para calmar la sed y eliminar el calor. Habiendo trabajado 13 años en una embotelladora de Coca-Cola en Guatemala, aprendí todos los misterios y secretos de la marca -menos su fórmula- y me convertí en un fanática de la marca. Hasta el sol de hoy, después de casi diez años de no estar más allí, no mencionamos la "palabra con P" ni cometemos la locura de beber otra cosa que no sea nuestra bebida carbonatada favorita.

6. Internet. Ésta es de las más nuevas escogencias. No teníamos acceso a ella cuando empezamos el juego pero ahora ambas coincidimos en que no concebimos la vida sin esta maravilla de la tecnología. Cada vez que tenemos dudas, de cualquier índole, simplemente hacemos el ademán de teclear y ambas sabemos en dónde encontraremos la respuesta que buscamos.

7. La música. ¿Quién se anima a decir que podemos vivir sin ella? Presente absoluta y totalmente en nuestros días y noches, dependiendo de nuestro estado de ánimo, ella es nuestra más frecuente compañía. Aunque no significa que siempre escuchemos los mismos ritmos.

8. Íntimamente ligado al ítem anterior, está nuestra escogencia siguiente, el baile. Cuando nuestros ahora adultos hijos eran niños y adolescentes, solíamos pasar las fiestas de fin de año en casa de mi hermana menor. Entonces la alegría de la noche era poder bailar, desde mi madre hasta el más pequeño de los patojos, todos con todos, compartiendo la alegría que da el exteriorizar de esa manera nuestro deseo de ser felices.

9. ¿A quién no le agrada recibir flores? Para nosotras, nada comparado con el maravilloso presente de tener flores en casa. Nada tiene igual. Color, forma, aroma. Una flor puede decir lo que se desee, sin abrir los labios. Hasta cuando se pasa por el dolor de perder a alguien amado, las flores hacen acto de presencia aliviando la carga emocional. Y ahora que la distancia es relativa, también las flores virtuales cumplen su función de agradar. Salvo por el aroma, al que hay que imaginar.

10. El café. Una taza de café al empezar el día, hace que veamos las cosas de diferente manera. Adiós a la pereza, al sueño, al dolor de cabeza... Beber café de altura de esta tierra mía no tiene comparación en el mundo con ninguna otra bebida caliente. Por supuesto, el grano debe estar molido y tostado en su punto exacto y su preparación debe obedecer a un ritual acatado con respeto y cariño. Brindar una taza de café a nuestros visitantes, es un orgullo para los guatemaltecos.

Y termino esta lista de hoy. Quién sabe si mañana continuará siendo la misma, porque el mundo cambia y con él, nosotros. Afortunadamente.

Preparen sus propias listas con sus hijos o nietos y diviértanse encontrando las maravillas que esta vida nos regala.

Hasta la próxima semana.

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