domingo, agosto 19, 2007

DESAYUNANDO EN TECPÁN


En nuestro país vivimos atados a muchas tradiciones, tanto indígenas como "ladinas" (los mestizos que compartimos esta tierra); y entre éstas, se encuentran las religiosas que celebran, entre otras cosas, el santoral católico. De tal manera que muchas poblaciones y ciudades disfrutan de asueto el día del santo que tienen como patrón. La Virgen de la Asunción es la patrona de nuestra ciudad capital y el 15 de agosto es su fiesta, por lo que disfrutamos del "feriado" en miércoles, viajando a Tecpán -en el departamento de Chimaltenango- situado a 89.5 kilómetros de distancia de la Ciudad de Guatemala.

Con una extensión de 247.90 kilómetros cuadrados, está 2,286 metros de altura sobre el nivel del mar lo que hace que su clima sea frío, en ocasiones amaneciendo con temperaturas por debajo del 0, aunque conforme avanza el día y calienta el sol, sube el termómetro hasta una temperatura agradable y fresca. Tecpán tiene un poco más de 50 mil habitantes, de los cuales más del 80% son indígenas que hablan el idioma kaqchikel, que es el predominante en ese departamento, además del español. La mayoría de sus pobladores se dedican a la agricultura, haciendo que sus explanadas y montañas tengan similitud con una enorme frazada de retazos en todos los tonos de verde que su imaginación pueda inventar. En esta página encontrarán datos interesantes de Tecpán: http://www.geocities.com/tecpangua/.

Las enormes plantaciones de hortalizas han ido compartiendo el espacio con siembras de milpa que hace un par de años no existían, curiosamente, pues el maíz es nuestro más amado alimento, junto con los frijoles negros. Lo que sí es verdad es que no queda un espacio que no esté cultivado. Es una carretera con ascensos y descensos, sumamente pintoresca, llena de sorpresas a la salida de cada curva. Inmensos espacios que se divisan desde la altura, coronando las montañas, llenos de coloridos poblados rodeados de sembradíos y maravillosa naturaleza propia de esa altura: pinos, robles y cipreses.

Así es que el miércoles salimos de casa a las 7:15 horas, con un clima para habernos arrepentido de salir. Lloviznó prácticamente durante todo el recorrido, salvo en algunos espacios en los que las nubes ya se habían elevado del suelo y acariciaban las copas de los árboles en su ascenso... Pero conocedores de que muy probablemente el día se iría "arreglando" conforme pasaran las horas, persistimos en nuestro deseo de ir a desayunar a uno de los muchos restaurantes de comida típica que están esparcidos a lado y lado de este tramo de la carretera Interamericana.

Elegimos comer en La Cabaña de don Robert (http://www.cabanadedonrobert-dondemonica.com/home.htm) una cabaña -valga la redundancia- estilo suizo, rodeada de jardines y flores sencillos pero hermosos y, un poco más alejados del centro del restaurante, los bosques de pinos. Un lugar precioso, bien atendido y con un ambiente hogareño y que, si hace un lindo día, se puede disfrutar de comer bajo una pérgola con enredaderas y flores, los niños pueden jugar o correr en los extensos campo o montar a caballo, en actividades que en la ciudad no se pueden desarrollar ya.

Al entrar al local vimos que había todavía pocos parroquianos, así que pudimos elegir una mesa a la par de una ventana por donde se colaba tierno el sol, con vista al patio trasero, con jardineras de margaritones y cartuchos.

Los desayunos típicos chapines son cosa de tomar en serio. Lamentablemente, el corre-corre diario no nos permite tomarlos diariamente, pero cuando hay ocasión, es imposible decir que no. Así que no fue difícil decidir en la carta que nos presentó el mesero: Mosh (que no es otra cosa que avena hervida en leche y servida rala), huevos revueltos con chorizo ahumado (en mi caso, con cebolla, tomate y chile pimiento), frijoles volteados, plátanos fritos, tortillas, queso, crema y un buen chirmol picante, para intensificar el sabor de la comida. Claro, acompañados del excelente café guatemalteco o de una riquísima taza de chocolate puro, sin leche ¡claro! Y al final, pan dulce, tostadito. Por supuesto, consumir este desayuno nos llevó un buen rato pero cuando finalizamos, volvimos hacia la ciudad despacito y muy satisfechos.

Para los que no conozcan los frijoles volteados, este link les llevará a una página de comerciales de una conocida marca que los comercializa enlatados, listos para ser consumidos, aunque cada familia les hace los agregados para sazonar a su gusto: http://www.frijolesducal.com/comerciales2.php.

Otra característica de estos restaurantes de Tecpán, es que todo lo que se consume en ellos, es artesanal. Tortillas, pan, quesos, embutidos, jaleas y mermeladas, pasteles, postres, todo es fabricado por los propietarios de cada local. Es una sana oportunidad de adquirir productos frescos que se pueden llevar a casa, como las deliciosas mermeladas de sauco y membrillo que elegimos, o los dulces típicos, otras delicias de nuestra gastronomía. Acá un link para algunas recetas de estos: http://www.rapicompra.com/articles_new.php?page=1.

Y así concluyó nuestro día de descanso. Muy bien utilizado y disfrutado. Si alguna vez se deciden a ir a Tecpán, no dejen de pasar por sus innumerables restaurantes. Seguramente estarán dispuestos a hacerse con la tradición de ir para allá a desayunar.

Hasta la próxima semana.

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