sábado, octubre 20, 2007

UN TEMA COMPLICADO


Leyendo opiniones sobre el aborto, me han llegado algunas ideas que también comparto sabiendo que es un tema espinoso y de difícil manejo.

Sin embargo, como mujer, deseo comentar algunos puntos.

• Creo sinceramente que el tema del aborto NO es un tema religioso. Es verdad que muchísimas personas en este planeta viven y practican alguna religión, sea de la corriente que sea. Pero también es verdad que las hay y muchísimas también, que no creen en ningún dios y que, por lo tanto, la postura de la iglesia -cualquiera- les es absoluta y totalmente transparente. Soy de la opinión y lo tengo muy cimentado en mi mente, que la iglesia y el Estado no son compatibles. Agua y aceite. Por favor, a no meter las manos de unos en el campo de los otros.

• Pienso que la procreación no tienen ningún misterio. Es un hecho absolutamente demostrable, fácilmente detectable y, además, repetible, científicamente hablando. No quiero decir con esto que la cópula entre dos seres humanos, con todos los ingredientes de deseo y emotividad que lo hace más atractivo e irrenunciable, puedan ser repetidos o reemplazados, sino hablo de que el producto de la copulación en el periodo de fertilidad femenino con la participación de los espermas masculinos es lo que se puede recrear en un laboratorio, tomando los mismos elementos participantes, por supuesto. A veces, incluso, esta es la única manera en que una mujer puede ser fecundada.

• Quiero aclarar, no estoy de acuerdo en el aborto para evitar hacerse cargo de un embarazo no deseado. Coincido en que, antes de llegar a ese punto, existen la educación sexual (que debiera ser tarea de los padres y madres, pero que al no cumplir estos con ese rol, será la escuela quien lo desempeñe) y el involucramiento de la sociedad toda para facilitar el uso de los métodos anticonceptivos eficientes para evitar embarazos no sólo no deseados sino provocadores de riesgos de salud en las probables madres. Y, en último caso, como muy bien expone Michael, el que toda sociedad cuente con una ley de adopciones que garantice el bienestar del niño, así como que evite que el mal de algunas sociedades actuales, el mercado de niños, sea lo que incite a engendrar y parir hijos.

• Disiento en que la reproducción y el mantenimiento de la especie humana es función fundamental de la matriz. Insisto, los métodos científicos actuales permiten la fertilización in vitro y estoy segura, no tardaremos en conocer que los niños puedan desarrollarse en "matrices" no humanas, si esto fuera necesario. Pero para no caer en extremismos, aceptaré momentáneamente este enfoque, digamos, físico. Sin embargo, continuando con el tema de los anticonceptivos, me siento sorprendida cuando leo "Quizá no me guste y diste mucho de lo ideal, pero la realidad es deber de cualquier sociedad hacerle fácil el acceso a estos elementos a cualquier mujer que los solicite". Creo que, en parte, ésta es la razón principal de este mal: ¿qué pasa con la facilidad para que cualquier hombre busque, utilice y haga parte de su práctica sexual el uso del anticonceptivo por excelencia, el condón, que no sólo evita en un altísimo porcentaje la fecundación, sino también la transmisión de enfermedades infecto contagiosas? Ojalá y las nuevas generaciones logren salvar esa manera de ver las cosas, teniendo compartida la responsabilidad en el arduo trabajo de la no fecundación. No es sólo que la mujer "se cuide", poniendo muchas veces en riesgo su salud porque algunos métodos no son los más indicados para su organismo, sino compartir la decisión de no engendrar hijos -que no pueden o no quieren ser tenidos en ese momento o nunca- tanto de ella como de su pareja. No es sólo la mujer quien debe tener la educación necesaria, ¡los hombres también!

• Por supuesto, si vamos a regirnos por lo que las iglesias "piensan y dicen" pero que "hacen y encubren", el tema puede prolongarse hasta la eternidad. Por eso, insisto, este argumento no es para que ser tratado por ese canal, sino desde el punto de vista legal y de la salud.

• Otra arista del tema son los embarazos producidos por una violación. Que nadie venga a decirme que una mujer no verá en ese niño el momento más espantoso y humillante de su existencia. Tendrían que estar dentro del cuerpo de una mujer para saber lo que se vive durante este acto, porque el mismo, practicado en un cuerpo masculino, no engendra los mismos sentimientos en la víctima o el victimario. Un hijo producto de esta aberración será siempre el presente de un pasado desgarrador, sin contar con el tipo de genes que tendrá de parte del engendrador, al que me resisto a llamar "padre". En estos casos estoy totalmente de acuerdo en practicar un legrado inmediato después de la violación, haya o no haya fecundación.

• Me niego a aceptar que "no se está haciendo lo suficiente para viabilizar socialmente a los niños -en su gran mayoría negros-engendrados por madres sin educación, sin estructura social y sin muchas esperanzas de lograr ninguna de las dos cosas", por la sociedad norteamericana o cualquiera otra en el planeta. No estamos haciendo mucho por todos los niños de todas las razas, en los que el factor común es la pobreza. ¿O es pensamos que los abortos son un acto exclusivo de las bajas esferas económicas del planeta? La diferencia estriba en que las mujeres -o niñas- de un sector socioeconómico más alto, serán "atendidas" en clínicas cuidadosas, con médicos y enfermeras que conocen el procedimiento; y las otras, las que no pueden acceder a estos servicios, siempre recurrirán a métodos altamente peligrosos, que conllevan riesgo para la salud y la vida, en manos de personas irresponsables y en lugares no autorizados ni calificados para este proceso. Sean blancas o negras, ricas o pobres, creyentes o no, todas las mujeres del mundo merecen tener una atención calificada y segura para pasar por este momento que, como muy bien dice nuestro amigo, provocará un trauma en mujeres equilibradas. No entraré a mencionar casos específicos conflictivos.

• La matriz es propiedad de cada mujer. De nadie más. Y ella debiera ser la única que decidiera sobre la conveniencia o no de ocuparla con un hijo. Pensar al contrario sería como decir que el pene es propiedad de Dios y que sólo él debiera decidir lo que los hombres hacen con este "travieso" apéndice, que pareciera que, en muchos casos, tiene vida propia porque no logra ser controlado por el cerebro de su dueño.

• Por último, creo que cada vida que se engendra es un tesoro, sí, para la humanidad. Pero la raíz de que esto se asuma de esta manera está en la aceptación y convencimiento de concebir esa vida porque se quiere y se puede, además de hacerse cargo de ella con responsabilidad y amor. No todos los humanos que nacen vienen al mundo en esas condiciones, tristemente. Y a más pobreza e ignorancia, más concepciones.

No es un tema fácil, jamás lo será. Pero en la medida que las mujeres asumamos la conciencia de nuestro valor sobre esta Tierra, que luchemos por nuestros derechos y nos hagamos cargo de nuestras obligaciones, lograremos el respeto hacia nuestro cuerpo tanto de nosotras como del resto de la sociedad. Y esto es lo único importante.

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