domingo, noviembre 07, 2004

Sí, pero no

Tal y como era de esperarse, los guatemaltecos estuvimos pendientes de los resultados de las elecciones norteamericanas de la misma manera que gran parte del planeta. Finalmente, somos parte de este imperio que nos tocó en suerte vivir... nos guste o no.

He sabido de todo tipo de reacciones que van desde el más franco rechazo hasta el entreguismo frenético, pasando por los comentarios con tono de tédeum o ridículos hasta la muerte: "Estoy seguro que los guatemaltecos estamos en la mente y el corazón del presidente Bush", palabras más, palabras menos, que tuvo el mal tino y el poco gusto de decir nuestro presidente -de Guatemala, digo- en cuanto se supo lo que se supo. Así que, como dice el dicho: "Mal de muchos, consuelo de tontos", pensé, haciéndome tres cruces para no entrar en un estado de shock causado por la vergüenza propia y ajena después de escuchar semejante ridículo desacierto. Estoy segura que en lo último que puede ocurrírsele pensar a Bush es en los guatemaltecos... ¡por favor!

Un poco llevándole la contra al editorial del Fin de Semana pasado de Bocha, pienso que, por estas latitudes, el resultado de las elecciones norteamericanas sí nos afecta muy directamente. Es decir, a los centroamericanos nos afecta más que a otros habitantes del continente americano -quitando a México a quien le afecta mucho más- pues gran parte de nuestra economía depende de la política gringa con relación al comercio (tenemos un tratado de "libre" ídem), a la política de migración (más de un millón de guatemaltecos vive permanentemente en Estados Unidos y sus envíos de dólares mensuales son un porcentaje importante en nuestra economía), a su política exterior (muchos de los visitantes que recibimos y que ha hecho solvente nuestra industria sin chimenea -el turismo- son ciudadanos norteamericanos, al igual que "la ayuda" que nos pueda brindar se espera ansiosamente en muchos sectores del país) y cualquier otra política que tengan en vigencia o que inventen en un estado de euforia natural o provocado, pues estamos tan cerca de ellos que sentimos su respiración en nuestras nucas.

Nuestra historia fue radicalmente cambiada a partir de 1954 con la participación de Estados Unidos en el cambio violento de gobierno a través del golpe de estado al presidente Árbenz, así que también de esta manera nos sentimos afectados. Sin contar con los años de violencia urbana y rural, experimento y producto de la guerra fría, que recién ahora nos ha dado un respiro.

Gran parte de nuestros compatriotas emigrados a ese país y que han sentado bases familiares allá, han visto a sus hijos marchar a la guerra, primero la del Golfo y ahora la de Irak. Una familia amiga está sufriendo al ver a uno de sus hijos llorar de desesperación por no querer regresar a la guerra; ha sido lugar común entre los guatemaltecos que viven en EE.UU. ingresar a las filas de la Marina para poder lograr tener un nivel profesional que sus economías personales no les permitiría, sin haber pensado seriamente que siendo marines, en algún momento los requerirían para lo que estaban siendo entrenados: para matar y correr el riesgo de ser muertos en tierra extraña, peleando una guerra que ni fu ni fa para ellos, ni mucho menos para los familiares que quedaron en esta tierra cálida y verde.

Acá sí se ansiaba que no fuera reelecto Bush, aunque nuestro gobierno haya dicho lo contrario. Pero deberemos consolarnos con que el tiempo pasa y que, con un poco de suerte, mientras nos hacemos más viejos, sintamos que corre más veloz.

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