miércoles, julio 27, 2005

TRES

Esta semana que termina nos trajo buenas noticias. Para nosotros -acostumbrados a valorar la vida en nada después de más de treinta años de guerra, a ver cómo se escurren los días trabajando sin salir de la miseria y llevando a cuestas algunos usos y costumbres que han servido de lastre- los acontecimientos que vivimos en estos días nos alertan y enseñan que ellos pueden marcar la diferencia.

UNO
Alfonso Portillo, el presidente más corrupto en la historia de nuestro país, que entregara el mando a Óscar Berger -el actual presidente- vive en México desde hace más de un año, gozando de las prerrogativas que le otorga su estatus de ex-primer mandatario de un país vecino. Salió huyendo en cuanto los ganadores llegaron al poder y empezaron a "destaparse las ollas" y saltaron de ellas grillos, sapos y culebras. La buena noticia es que una juez ordenó la captura de este bicho. Mientras tanto, el Ministerio Público finaliza el expediente para solicitar a México su extradición y poderlo traer al país para que enfrente la responsabilidad de sus actos delincuenciales. La corrupción es un terrible mal que socava nuestras instituciones y la impudidad es el otro brazo que nos asfixia. A ver si con este paso logramos iniciar el proceso de desintoxicación.
http://www.prensalibre.com/pl/2005/julio/20/index.html

DOS
El actual gobierno está empeñado en cambiar las cosas. Ir más allá del trabajo cosmético y profundizar en los motivos que nos han mantenido en los albores del siglo pasado en lo que a alfabetización se refiere. Deberá atenderse la educación bilingüe en cada región del país (con los diferentes dialectos y lenguas); invertirse en tecnología y ciencia; descentralizarse la educación; y aumentarse el presupuesto del Ministerio, de tal manera que podamos todos -mujeres y hombres, jóvenes y viejos, citadinos y campesinos- tener acceso a la tecnología y a la educación que hagan crecer a nuestro país y logremos salir del agujero en el que hemos estado durante siglos.
http://www.prensalibre.com/pl/2005/julio/22/119364.html

TRES
Hace casi 10 años, 30 familias que formaban el Sindicato Agrícola de Trabajadores Independientes en Génova Costa Cuca, Quetzaltenango, en el occidente de nuestro país, llegaron a una conclusión: debían cambiar su forma de trabajo y con ello sus vidas, pues siendo asalariados simplemente jamás saldrían de la pobreza. De esa cuenta, formaron un comité que hizo gestiones ante los organismos gubernamentales correspondientes para adquirir una finca rural. Dos años después lograron concretar la compra, habiéndose sumado más familias al proyecto, para totalizar 131. Les fue concedido un crédito con 5 años de gracia y un interés del 5% anual sobre saldos a partir del sexto año y concedió un subsidio a cada una de las familias para que pudieran comprar insumos para sus propiedades. Uno de los líderes convenció al grupo de campesinos para que, con una parte de este subsidio, amortizaran la deuda inicial; con otra parte de ese aporte formaron el capital de trabajo con el que adquirieron 10 mil semillas de planta de mango y 28 mil 500 plantas de limón persa (una variedad jugosa y no excesivamente ácida, muy apetecida), para que la producción de ambas frutas se exporte; además, construyeron un puente para cruzar un río que atraviesa la propiedad y adquirieron 15 cabezas de ganado que proveen leche para consumo así como para la elaboración de quesos que venden al menudeo; sembraron maíz para consumo y venta; iniciaron un proyecto de apicultura y también el de riego por microaspersión. Finalmente, al conocer que el Ministerio de Agricultura ofrece incentivos forestales, sembraron 31 hectáreas de árboles. En el área humana, se dividieron el trabajo por comisiones, para que todos participen de la responsabilidad y beneficios del mismo. Cada familia aporta una pequeña cantidad mensual que va a un fondo común para sufragar gastos médicos de la comunidad o, incluso, atender los de decesos de sus miembros. San Benito, una comunidad que está demostrando que querer es poder, está marcando el paso junto con otras de desplazados por la guerra y que actualmente han sido reinsertados a la vida de la nación.

Por supuesto. Es verdad, nos falta muchísimo por andar, pero hemos iniciado el camino. La conciencia ha sido creada y somos muchos los guatemaltecos que sabemos que para crecer, debemos recordar y hacer partícipes a todos los habitantes del país, incluyendo el último rincón de nuestro territorio para compartir la riqueza natural y humana que nos ha sido concedida.

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