lunes, septiembre 19, 2005

LIBERTAD, 15 DE SEPTIEMBRE

Ayer estuvimos de fiesta. Fiesta cívica. Cumplimos 184 años de ser independientes. O de pretender serlo, más bien. De que nuestros "próceres" nacionales decidieron, sin sangre, independizarse de la corona española para no pagar más tributos. Y fue tan tranquilo el asunto que doña Dolores Bedoya de Molina, esposa de uno de los mencionados próceres, Pedro Molina, salió a dar gritos de libertad frente a su casa, en compañía de algunos niños que tiraron cohetillos para celebrarlo. Nada de sangre, dije. ¿Los indígenas de esa época? Ni fu, ni fa, ni enterados.

Sin embargo, todo el entramado social de esa época, con sus espantosos complejos, prejuicios, irresponsabilidades sociales y demás males, fue heredado, mantenido y "apapachado" por generaciones de guatemaltecos a los que les ha convenido quedarse detenidos en el tiempo, para seguir disfrutando de las ventajas de ser amos y señores no sólo de la fuerza económica sino, en muchísimos casos, de la vida misma de sus trabajadores y colonos.

Y hablando un poco de la situación socioeconómica de los guatemaltecos, hoy justamente fueron publicados los resultados de algunas investigaciones, mediciones y certificaciones efectuadas al país por instituciones de orden mundial. Helas aquí:

Índice de Desarrollo Democrático
La ONG argentina Poli-lat efectuó un estudio midiendo este indicador y Guatemala salió bastante mal, en el último lugar del ranking latinoamericano. La corrupción del gobierno anterior y la inestabilidad dentro del partido de gobierno son mencionadas como las dos grandes causas para esta falta de crecimiento. Yo diría, como dos de las muchas causas.

Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD
La brecha entre ricos y pobres frena el desarrollo de Guatemala, según dice el informe sobre desarrollo humano. Y cuestiona el modelo económico agropexportador del país -azúcar, banano, café, principalmente- que ha mantenido durante décadas las diferencias abismales entre unos y otros, sobre todo en la costa sur-occidental del país, en donde están ubicados los grandes ingenios azucareros y las fincas productoras y exportadoras de café; y en el nor-oriente del territorio, con las grandes compañías norteamericanas cultivando y exportando bananos.

Certificación lucha antidrogas
A pesar de que las olas de agitación provocadas por los periodistas se hicieron sentir hace algunas semanas ya que se rumoraba que Guatemala no conseguiría la certificación, hoy leímos en los periódicos la decisión de Estados Unidos de otorgarla en el renglón de la no producción ni transporte de drogas a territorio norteamericano. Esta certificación, que este año especialmente no hizo mucha presión entre los legisladores que tienen pendientes cambios a las leyes relacionadas, fue anunciada ayer por Bush, previo a viajar nuevamente a New Orleans.

Otros datos interesantes de los acontecimientos, son: que en nuestros juzgados se están llevando 30 procesos por corrupción en el aparato estatal, todos a miembros de alta jerarquía del gobierno de Alfonso Portillo, incluido el llevado en su contra; y que el 76% del presupuesto del Ministerio de la Defensa Nacional está designado a sueldos del ejército de este país, ahora reducido por los acuerdos de paz.

Los cambios que en principio fueron superficiales, han tendido a profundizarse paulatinamente, pues ellos conllevan darle vuelta a una sociedad acostumbrada a los compadrazgos, palancas, contubernios y contactos que siguen dando más al que más tiene, manteniendo a millones de personas que debieran luchar por su superación, en el nivel de su supervivencia.

Cantar el himno nacional, participar de los desfiles cívico-militares, poner banderitas en las ventanillas de los automóviles, asistir al paso de las antorchas que llevan el fuego de la libertad... son todas actividades sociales y cosméticas para "taparle el ojo al macho" pero que no son, ni remotamente, las que concedan verdadera libertad a los habitantes de mi tierra. Sin embargo, es menester aceptar que, como mencionaba líneas arriba, se están dando algunos cambios que provocarán que, tarde o temprano, los desposeídos desde la época de la conquista española, vuelvan a sentirse libres y dueños de sus propias vidas.

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