miércoles, marzo 03, 2004

A INÉS
Durante el verano pasado -el verano austral debo aclarar- estuve unos días en casa de mi amiga Inés. Como la mayoría de amigos uruguayos queridos y apreciados, a ella la conocí en el foro Rodelú cuando relató su experiencia con la osteoporosis y la manera valiente en que la enfrentó y mantuvo casi bajo control. Su manera fácil y agradable de escribir capturaron inmediatamente mi atención y me dispuse a escribirle para iniciar una relación que fue fabulosa y llena de alegría por la vida y sus sorpresas.

La euforia de los primeros días, con un correo de ida y otro de vuelta diarios, provocó que ella decidiera viajar a mi país aceptando mi invitación de pasar las fiestas de fin de año 2000-2001. Mi familia enseguida la adoptó como parte de ella misma y en la Nochebuena y Año Nuevo, Inés celebró y compartió con todos nosotros como si hubiese sido una hermana más, se adaptó inmediatamente a nuestra costumbre de bailar y bailar hasta un poco antes de las doce de la noche y durante nuestras oraciones guardó un silencio respetuoso y observó y guardó en su recuerdo cada palabra dicha.

Hicimos un viaje de pocos días hacia el occidente del territorio, y se dejó arrebatar por la magia del lago de Atitlán, probó nuestros platos típicos y adquirió algunas artesanías para hacer regalos a su regreso a Montevideo. La vi probarse el lindo vestido azul que estrenó y usó para su último cumpleaños y que adquirió con ilusión, aunque con un tanto de dudas porque ella pensaba que era muy vistoso. ¡Le sentaba de maravilla!

Durante los años que nos escribimos, su correo del domingo por la mañana nunca faltó. Me deleitaban sus comentarios acerca de las actividades culturales en su Montevideo, sus paseos por las cercanías, las reuniones con amigas y amigos y su constante deseo de aprender y saber, que la hicieron inscribirse en cursos de idiomas, de actuación, en coros, en cuanta actividad le parecía interesante y positiva.

Cuando le hablé de la proximidad de mi viaje, en seguida me ofreció su casa para quedarme unos días, así que compartí algunos en su apartamento de Gonzalo Ramírez. Caminamos juntas por las calles y avenidas vecinas y me contó algunas anécdotas de su barrio.

La tarde que salió mi vuelo de Carrasco, pude tener su compañía en los últimos momentos y nos prometimos volver a vernos, no importando quién de las dos viajara a dónde. ¡Qué lejos estaba de pensar que, a los pocos meses, este sueño se truncaría!

Inés partió sin dejarse sentir. En solitario, sin hacérselo saber a nadie... casi a hurtadillas, muy suavemente, como fue su presencia en mis días. No puedo evitar la nostalgia cuando pienso en ella y es que me quedó en el alma un aleteo a palabras pendientes, a experiencias detenidas, a risas congeladas. Su regalo permanente ha sido su amor por la vida. Su espíritu incansable, lleno de curiosidad y movimiento. Y yo agradezco por haber tenido la suerte de haber caminado un trecho de la mía en paralelo con Inés. Te lo debía, amiga.


LA DOBLE MORAL ESTADOUNIDENSE
Recuerdo vívidamente mi ansiedad cuando, teniendo unos 10 u 11 años, vi en la televisión una película -de la que no recuerdo el nombre- acerca de la discriminación racial en el sur de Estados Unidos. Claro es que las cosas han cambiado mucho en los últimos años y tales prácticas no son frecuentes o, al menos, no se toleran públicamente como entonces, aunque todavía existen otras maneras de discriminación tal vez no muy evidentes u obvias, pero sí actuales como las reservaciones indígenas, en donde la pobreza es rampante y las limitaciones para llevar una vida digna mantienen a la población en un círculo vicioso que incluyen el alcoholismo y las drogas.

Claro, en el resto del mundo también existen la discriminación y el odio racial, pero ninguna fuerza política, ningún país del mundo se autoadjudica el nombre de defensor de los derechos humanos, de las causas perdidas o salvador de los oprimidos, como Estados Unidos. Esto para traer a colación el otro tema que, además de causarme risa -por lo ridículo de la situación- sirve para que tratemos de encontrar la raíz de las cosas. Se trata del "destape" del seno de Janet Jackson, situación que está causando un tremendo alboroto y que a mi manera de ver, no es otra cosa que una cortina de humo para desviar la atención del asunto de verdad importante: las razones reales del presidente norteamericano Bush (norte, no americano, simplemente) para la invasión de Irak y la investigación acerca de los informes de inteligencia para haber tomado esa decisión, situación que se está dando también en Inglaterra.

Volviendo a Janet, nadie sugirió -solamente eso, sugerir- enjuiciar a Madonna, Britney o Cristina Aguilera cuando se besaron -muy francesamente las dos primeras- en el MTV Video Music Awards y en un acto que SÍ fue ensayado. Ahora cabe preguntarse: este revuelo, todo este escándalo, ¿es porque Janet Jackson es negra? ¿Es porque Justin Timberlake es blanco y se atrevió a encarar el sexo multiracial en público? ¿Es acaso porque no era del conocimiento de los organizadores? ¿Cuál es la razón real?

Si a escenas obscenas vamos, podemos verlas fácilmente en cualquier programa enlatado recibido de Estados Unidos, Argentina, Puerto Rico, Venezuela... la cada vez más permisiva tolerancia a lo que podemos ver en la televisión nos pone cualquier cosa en bandeja de plata con sólo tomar el control remoto y encender el aparato. Y nadie dice nada. Y qué decir del alto índice de mortandad infantil o de adolescentes por violencia en las escuelas, en la vida real, que nos deja un sabor a... no sé exactamente qué, en la boca y el alma.

Y como las escenas crudas de sexualidad no son lo único obsceno o inmoral que podemos ver con facilidad, también las hay "de acción", en donde los mutilados reales o producto de los efectos especiales (como en The Black Hawk Down, aunque Bocha respingue) abundan, o los cadáveres de los hijos de Saddam Hussein, ya rodeados de moscas, aparecen en los noticieros en cualquier horario. Y que conste que sé que no eran angelitos, que eran unas bestias, pero creo también en el respeto a los muertos...

Creo en la libertad; así que cada cual viva y vea como y lo que quiera y desee, y que deje que los demás actuén de igual manera ¡y listo! Todo este dramón porque los niños que estaban viendo el super bowl "tuvieron" que ver esa escena chocante, provocando comentarios como "que se debería compensar económicamente a millones de personas por haber sido expuestas a una conducta lasciva, según registros judiciales dados a conocer el viernes" -según CNN en Español- me parece un exceso.

La famosa y bien conocida doble moral estadounidense esta vez está llegando a los extremos de la ridiculez. Y el cada vez más fuerte y extendido puritanismo religioso puede llevarlos a niveles de fanatismo insospechado... ¿o repetido? Una cacería de brujas para, nuevamente, tapar sus desvaríos de poder y sus resultados vergonzosos.


LAS CRISIS
Creo sinceramente que con los años me he convertido en una "workoholic". Pasar los días sin tener ningún "plan de vuelo", esperando a ver lo que sale, o sin la emoción de la tarea terminada, no está hecho para mí.

Desde que colaboro en la edición y corrección de los semanarios de Equinox, esta... digamos, tendencia o inclinación se ha ido profundizando. Los momentos que pasamos dedicados a formar cada uno de los ejemplares virtuales que hasta ahora han llegado a ustedes -desde que empecé, hace poco más de 18 meses- han sido de todo, menos aburridos.

Esta semana tuvimos crisis técnica, la adrenalina nos llegó hasta las orejas, el pánico casi se adueña de nuestras almas, pero finalmente el momento amargo fue vencido y ahora estamos otra vez haciendo lo que hacemos por el simple placer de hacerlo.

A estos más de 3 mil kilómetros de distancia, mientras Bocha ve llover y en el sur viven el verano, me cubro con una manta para no pasar frío mientras trabajo en este número y comparto un sábado de noche más con ustedes.

Gracias por permitirme hacerlo. Gracias al equipo y, sobre todo, gracias Bocha.


LA TRILOGÍA DE EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
Hace dos años, en diciembre de 2001, fue el estreno de la primera parte de El Señor de los Anillos, La Comunidad del Anillo. Recuerdo que quedé impresionada por los efectos especiales que me parecieron muy, muy buenos. La historia, como todo cuento de hadas (?) prometía un final feliz... que no llegó. Habríamos de esperar dos años para ello. Las actuaciones cubrieron las expectativas, al menos para esa película.

El año pasado, también para diciembre, se estrenó la segunda parte: Las Dos Torres. Con mucha más expectativas que el año anterior, ubicada en mi butaca, disfruté con intensidad esa maravilla épica de los efectos especiales. Quedé absolutamente impresionada, pensando que era insuperable. Y las actuaciones me parecieron aún mejores.

Esta noche fui a ver la parte final de la trilogía, El Regreso del Rey. Tal y como había leído en las críticas de cine y en comentarios recientes, la película se merece 100 puntos. Impecable. Excelentes actuaciones, fotografía de primera, maquillaje increíble, lindo vestuario, hermosa música, asombroso sonido y de los efectos especiales, ni hablar.

Pero lo mejor, siento, es que las emociones afloraron en más de un momento y se escucharon gritos ahogados, risas, comentarios desesperados o llantos entrecortados... y creo que a todos nos quedó dando vueltas en la mente el fondo, la columna vertebral de estas maravillosas producciones basadas en la obra de John Ronald Reuel Tolkien (quien no estoy muy segura que haya sabido hasta dónde su obra podría llegar): el conocimiento del ser humano.

Claro, si vamos al cine con la intención de pasar un buen rato y nada más, sin procurar encontrar los ingredientes que puedan hacernos pensar, meditar, descubrir o confirmar conocimientos o sentimientos, probablemente digamos que estas tres películas no pasan de ser "puros cuentos" llevados a la pantalla con un enorme presupuesto y, además, con muchísimo ruido en ellas.

Sin embargo, creo que son un buceo en el interior de los hombres y mujeres de siempre, mostrando bellas virtudes y espantosos defectos. Una visión de la avaricia, del odio, de la cobardía, de la envidia y la locura en su más cruel forma; pero también de lo maravillosos que pueden llegar a ser cuando hacen uso de su inteligencia mezclando también su corazón, o tomando la fuerza de sus instintos -todos ellos- para transformarlos en combustible para llegar a sus metas. Su fe, valentía, esperanza, honestidad, lealtad y perseverancia bellamente fotografiados. Y que siempre encontraremos héroes invisibles. No todo lo que brilla es oro.

Antes de entrar a la sala, mientras salía la función anterior, me llamó la atención no ver rostros alegres ni sonrisas bobas en ellos. Antes que eso, vi miradas serenas y expresiones serias. Al terminar la proyección de la película, mientras esperábamos para salir, sentí que además de un grandioso espectáculo, habíamos asistido a la entrega de un regalo: una muestra de lo que los seres humanos podemos hacer cuando nuestro corazón está lleno de amor y esperanza. A pesar de ser "un cuento de hadas", esta trilogía es la reafirmación de la obra enorme que somos todos, como en nuestros mejores sueños... o nuestras peores pesadillas.

¡No se la pierda!


ERA RECIO
Era recio. Era fuerte. De cuerpo y carácter. Sin embargo, su corazón era tierno, dulce y cálido. Era grande y corpulento. Sus manos, mil veces mayores que las mías, jamás me lastimaron. Sus palabras sí. En muchas ocasiones fueron la fuente de la que me brotaron lágrimas de rabia y frustración. Porque era posesivo, dominante y celoso. No meditaba las cosas; las sentía y se lanzaba sobre ellas. Era como un león, rugiendo y despedazando; pero bello, poderoso y enérgico. Él fue intenso. Y su manera de vivir y de morir también lo fueron.

En mi niñez, su parquedad en la comunicación dejó huellas en mi mente. En la adolescencia, su tosquedad me hizo añicos el alma. Pero el amor por su familia echó raíces en mi amor y me hizo sopesar la bendición de tenerlo.

Para alguien como él, tener solamente hijas fue difícil. Por eso mismo quiso protegernos. Cuando visualizó que tendríamos que enfrentarnos al mundo –ese mundo que él no quería para nosotras– cambió de planes y de manera de tratarnos.

Entonces, desde el fondo de su alma y sin siquiera sospecharlo, fue la primera figura feminista que encontré en mi vida. Hablábamos largamente acerca de la discriminación sexista, que me afectaba directamente en el trabajo; muy a su pesar, creo yo, tuvo que reconocer que vivió equivocado en su mundo machista y fue el amor a sus hijas lo que lo hizo concientizarse de lo injusto y desgarrador que puede ser un hombre que pretende dirigir y manejar la vida de otros seres.

Me abrió los ojos a la vida, a la dura, la real. Me enseñó las diferencias, los desajustes, las desigualdades, porque él, a su vez, las vivió y palpó y sufrió en muchos momentos de su vida. Por creer con alma, corazón y vida en la justicia, tuvo que dejar a su familia y su tierra y, repitiéndose un poco la historia, me acompañó hasta la puerta de mi camino al autoexilio y juntos lloramos la separación, creyéndola definitiva.

Amó a mi hija por serlo y por ser dos veces suya y su ternura desbordó a su cuerpo y a su alma y entregó su corazón y su sonrisa a la candidez y a la inocencia de una criatura tenue y menuda que le brindaba los momentos de paz y alegría que tanto ansiaba.

Pero lo más importante, lo vital: me enseñó a ser solidaria reconociendo la entrega de otras personas a una causa justa y retribuyendo esta entrega con la mía a su causa. Aprendí de él a tener conciencia, a luchar por la equidad, por el respeto a las leyes, por la honestidad. No pudo darme enseñanza de ecuanimidad temperamental, porque todo lo que vivió, lo vivió con vehemencia. Pero ¿existe otra manera de VIVIR, si no esa?

Amó y vivió a su manera. Respetó nuestra propia manera de vivir y de amar. Y eso, creo yo, fue su mejor enseñanza.


LA SIMEÓN CAÑAS AL AMANECER
Salgo a caminar todas las madrugadas. Depende del mes, he caminado antes y después del sol, antes y después de las aves, antes y después del bullicio...

Voy a una alameda ancha (la Simeón Cañas) que termina en un parque lleno de árboles que se desliza suave en el barranco del norte de la ciudad. Esta mañana fue como si lo hiciera allí por primera vez, porque decidí verlo y vivirlo todo con nuevos sentidos. El cielo -al este- estaba tiñendo de rosa las pocas nubes cercanas a la montaña y las pericas empezaban su traslado alborotando, como todos los días. La temperatura era fresca -unos 15°- y había humedad en el ambiente. ¡Ese punto de humedad que me gusta tanto!

Mientras caminaba con vigor hacia el final de la alameda y me adentraba en el parque, vi las copas de los eucaliptos, pinos, cipreses, robles, palmeras y truenos moverse apenas... A la derecha, mientras avanzaba, pude ver la orilla del barranco y desde allí, levantarse una neblina tenue, casi imperceptible, que poco a poco fue subiendo, subiendo, hasta pasar como un manto de tul acariciando los árboles, enredándose sensualmente entre sus ramas, entre sus hojas.

Los pájaros -todos ellos- trinaban como avisándose: "¡Allá viene! ¡Allá viene!" Desde los más dulces trinos, hasta los graznidos de los clarineros, todos se contaban la nueva: que la neblina avanzaba, despacio y suavemente, desde la profundidad del barranco hasta la alameda. Parecía que yo iba abriéndole el paso, porque salí del parque con la sensación de ser perseguida por ella, hasta que se pegó a mi cabello, piel y ropa... y me envolvió.

Pasé por debajo del bambú de la orilla oriente y acaricié sus hojas felpudas que, como todos los días, dejaron unas gotas de agua en mis dedos. Es su manera de responder a mi saludo.

Me inundó el aroma del jazmín de la India que trepa por encima del muro que guarda esa inmensa casa antañona y me obligó a alzar la vista para verlo: ¿cómo es posible que una flor tan pequeñita pueda despedir un aroma tan fuerte que se sienta desde el otro lado de la calle?

Más adelante pasé debajo de un limonero y vi que tiene flores en sus ramas. ¿No está fuera de tiempo?

Arriba, en las copas de los árboles, la neblina las humedecía como humedecía mi cabeza con infinidad de gotitas de agua prendidas a mis cabellos; vi las orquídeas y los gallitos prendidos a algunas ramas, asiéndose a ellas porque en eso les va la vida y pensé en algunas personas que conozco...

Más adelante, la casa del partido "de izquierda" me volvió a la realidad con su enorme nombre pintado en la pared del muro perimetral. Allá a lo lejos, al principio del ruido y el movimiento de la ciudad que despertaba, se podían ver algunos faroles que asomaban entre las copas de los árboles mientras yo iba ascendiendo... parecían luciérnagas. Los perros en las casas ladraban a nuestro paso -ya éramos varios los que caminábamos simultáneamente- y empezaron a circular los autobuses rompiendo la magia del momento.

Al terminar mi caminata, la neblina lo cubría todo. Y ahora, desde mi ventana del cuarto piso que mira al este, apenas se ven los techos de las casas: todo está escondido bajo una enorme sábana blanca, pesada y espesa.

Pero yo ya tengo en mí la magia de este amanecer. Para contarlo.


¡VAMOS A VOTAR!
Parece mentira. Los cuatro años de gobierno del FRG están llegando a su final... ¿o no?

Mañana domingo 9 vamos a votar en el país de la eterna primavera o, como solíamos llamarlo en broma hace unos 25 años, cuando vivíamos la represión militar, el país de la eterna balacera. Esto no se vive más, al menos no físicamente. Pero los proyectiles verbales llenos de violencia y furia siguen atravesando los cielos de mi patria en esta campaña política que, ¡gracias a Dios! decimos todos, llegó a su fin.

Los pronósticos sacados de las encuestas (según los políticos, manipuladas a su favor) nos dicen que Oscar Berger, de la alianza GANA, estaría llegando en el primer lugar (representante de los capitales nacionales y extranjeros), seguido por Álvaro Colom, del UNE, Partido de la Esperanza (izquierda y comprometido con la población indígena). Les sigue en tercer lugar el general retirado (no mental ni políticamente retirado, claro) Efraín Ríos Montt, del Frente Republicano Guatemalteco, FRG, ex-jefe de gobierno por un golpe de estado y a quien la Corte de Constitucionalidad le dio luz verde para participar en esta contienda, a pesar de que la Constitución lo prohibe. Una verdadera vergüenza que, espero, no se nos olvide nunca para que no se repita.

El Tribunal Supremo Electoral está efectuando un muy profesional, transparente y acucioso trabajo, dirigido a evitar el fantasma del fraude, que nos persigue infatigable. Según lo trabajado, el fraude es imposible de hacer... pero el FRG está muy seguro de llegar al poder y nos preocupa que lo consiga a toda costa. Veintisiete mil doscientos efectivos del ejército conjuntamente con la policía nacional patrullarán el territorio para evitar que los focos de problemas se conviertan en obstáculo para hacer valer nuestro derecho y nuestra voluntad, aunque el ejército no se acercará a los centros de votación para evitar intimidar a los habitantes, sobre todo a las poblaciones que sufrieron a causa de la política de tierra arrasada.

Algunos datos acerca de este proceso con miras al cambio de gobierno -aunque no estoy segura que de la filosofía de vida y políticas de desarrollo de la mayoría- se evidencian en este segmento con datos numéricos:
22 son los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de un total de 11 binomios para dos vacantes.
1,590 los candidatos a diputados distritales para un total de 127 vacantes.
434 los candidatos a diputados por el Listado Nacional para un total de 31 vacantes.
520 los candidatos a diputados para el Parlamento Centroamericano (Parlacen) para un total de 20 vacantes.
28,856 los candidatos a las alcaldías municipales para un total de 331 vacantes.
186 los comités cívicos registrados.
17 los partidos políticos registrados.
12 millones y medio de habitantes en todo el país.
Un amplio y colorido abanico de participantes, aunque no de cambios estructurales y de fondo, lamentablemente. En este país con una multiculturalidad impresionante, en donde la población indígena ha sido permanentemente marginada y olvidada, tal vez el único partido de los tres que van a la cabeza, que presenta un programa de gobierno más o menos integral, es el UNE. Y digo más o menos, porque sigue siendo una visión de gobierno enfocada principalmente a la ciudad capital (con dos millones y medio de habitantes) y a la población no campesina... lamentablemente.

Para crecer, con paso seguro y mano firme, deberemos integrarnos en un mismo objetivo: hacer crecer a cada uno de los habitantes del país y con él a su economía y su productividad. La educación y la salud son la clave. Pero pareciera que es un lugar común en todos los gobiernos: mantener la ignorancia para conseguir fácilmente la manipulación de los habitantes de este país bananero. Y lo digo no con vergüenza o con sentimiento de inferioridad, sino en el sentido de haber tenido en las manos la riqueza absoluta de nuestra tierra, que lamentablemente fue manipulada y robada debido, precisamente, a la ignorancia de la mayoría que ha permitido que unos pocos abusen, roben y se aprovechen de los bienes de todos.

Sabemos que ningún candidato ganará las elecciones presidenciales en la primera vuelta. Así que el 28 de diciembre tendremos que votar la segunda, esperamos que por el bien de la mayoría... en lo que cabe.

No es fácil. No tenemos opciones definitivas, no existen fórmulas mágicas y nuestro pueblo tiene mala memoria. Sin embargo, cada día existe más la conciencia de ser merecedores de un mañana mejor.

Hasta la semana próxima.


DÍA DE LOS SANTOS Y FIELES DIFUNTOS
En Guatemala, desde el 31 de octubre de cada año, se inicia el éxodo de personas hacia los lugares en donde están "enterrados" sus muertos. Desde la capital hacia los rincones más lejanos del interior o a la inversa, las personas se visten de luto, compran coronas o ramos de flores y preparan "la cabecera" que deberán poner en las tumbas de sus seres amados, para que disfruten con ellos este día, que no es otra cosa que celebración cristiana de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, con las "paganas" que encontraron los españoles en los siglos XVI y XVII. En ella se mezclan comidas y bebidas de ambos mundos y se colocan en "la cabecera" del sepulcro del "finado", para compartir con él o ella ese momento anual. El fiambre, los jocotes en miel, el ayote con panela, son platos que se verán aparecer en los cementerios y desaparecer, lógicamente, cuando algunos vivos esperan a que los deudos se despidan al final de la tarde, para degustar a sus anchas las viandas para los muertos. Y todos lo saben y se sienten satisfechos de llevar a cabo, año con año, el ritual.

La temporada de vientos y descenso de la temperatura se inaugura oficialmente el 1o. de Noviembre con el vuelo de los barriletes (papalotes o cometas) gigantescos, que se consideran el vehículo de comunicación con los seres amados ya muertos. Este asombroso y colorido acto se lleva a cabo en varios lugares del país, siendo el más conocido y visitado el de Santiago Sacatepéquez, a poco más de 35 kilómetros de la ciudad capital. Los barriletes que son construidos allí, cada año presentan una imagen alegórica diferente con el mensaje que se desea hacer llegar a los fieles difuntos. Al finalizar este acto, se comparte el fiambre, una ensalada de muchísimas legumbres y granos, así como muchas carnes, que sólo se cocina y saborea en esta fecha. Dice la leyenda que fue inventada por una cocinera (algunos la ubican en un convento y otros en una casa de familia) que para un día como hoy, fue sorprendida por una visita numerosa de comensales y que, no teniendo preparado ningún plato suficientemente grande para satisfecer el apetito de todos, mezcló los ingredientes que tenía, dando así pie a esta rica tradición, para mí la mejor del año.

Es el momento más indicado, el más cálido y tierno para recordar a los seres que amamos (porque nunca se deja de hacerlo) que ya no están físicamente con nosotros o a los que se encuentran lejos; para compartir con los jóvenes de la familia algunas experiencias familiares dignas de mencionarse, para reunirse todos alrededor de la mesa, alzar nuestras copas y brindar: ¡Por los ausentes!

Como reza una frase en la puerta de entrada del cementerio de Quetzaltenango, una ciudad de nuestro país: "LA MEMORIA DE LOS VIVOS, ES LA VIDA DE LOS MUERTOS". Así sea.


NUESTRA RAZA
Hace una semana escribí acerca de cómo los habitantes nativos de mi país, descendientes de mayas, quichés, cackchiqueles y otras etnias, no tenían motivos para celebrar el "día de la raza". Sin embargo, el domingo 12, coincidentemente, pude concientizarme de lo que en realidad somos los guatemaltecos y de qué celebramos.

A raíz de la conquista y de la colonia española en nuestro país, la amalgama de costumbres y tradiciones se enriqueció. Claro, los conquistadores pretendían hacer desaparecer todo rastro de la cultura que encontraron en nuestras tierras y, a sangre y fuego, "catequizaron" y reubicaron en las diferentes poblaciones a los habitantes indígenas del territorio haciéndolos vestir igual una especie de uniforme elaborado con sus propios trajes, dependiendo del área en donde fueron congregados. Además, el resultado de los ritos católicos traídos por los españoles, mezclados con los encontrados por Tonatiuh (Hijo del Sol) -como llamaban a Don Pedro de Alvarado por su cabello rubio y ojos azules- crearon una "nueva" ritualidad que, con el paso de los años, ha ido transformándose y continúa enriqueciéndose, amalgamándose y haciéndose única.

De mis recuerdos de niñez en el campo, guardo uno que tiene que ver de cerca con esto: para las celebraciones del día de la Virgen de Candelaria, el dos de febrero de cada año, en la finca de mi abuelo se llevaba a cabo -como parte de las diferentes actividades culturales del grupo de colonos- el baile de la Conquista. Es este baile -realmente, una dramatización- una recordación de cuando los españoles llegaron a nuestras tierras y de los acontecimientos que fueron desencadenándose a raíz de esto. Por supuesto, tanto la música como los colores y formas de los ropajes, son una exquisita mezcla de lo que nuestros antepasados indígenas tenían y de lo que nuestros antepasados españoles nos trajeron. Un derroche de color y alegría a la vista, pero una inmensa melancolía al oído. Esa es mi tierra en realidad.

El domingo pasado, mi madre quiso visitar la Iglesia de Santo Domingo, en esta ciudad, porque se celebraba el día de la Virgen del Rosario. Por haber nacido y sido bautizada en su seno, conozco bien los ritos de la iglesia católica, a pesar de no ser actualmente practicante de ninguna religión, así que me preparé para lo que sabía que vería en nuestra "visita". Llegamos a la iglesia justamente a la hora de la entrada de la procesión de la imagen de la virgen, que acababa de recorrer las principales calles aledañas a la iglesia. Una enorme multitud se congregaba en los alrededores y se mezcló con los caminantes que acompañaban al cortejo. Eran las 4:30 de la tarde y, debido a que estamos en la estación lluviosa, la tarde estaba nublada, aunque con una agradable temperatura de unos 24° C.

Entramos a la iglesia envueltas en el aroma de incienso, mirra y flores, caminando paralelamente a la procesión que llegaba por el corredor derecho de la iglesia. Cientos de personas oraban ya el rosario, otras tantas hacían fila para ver la imagen de la Virgen del Rosario en el altar principal (la que sale en procesión es una réplica) mientras algunas más colocaban velas y veladoras en los lugares destinados para ello. Los altares estaban llenos de gladiolas, azucenas y aves del paraíso, mientras los cortinajes de gasa blanca con ribetes rojo, azul y amarillo (son los colores que identifican a la iglesia de Santo Domingo) caían en cascadas repitentes desde el altar mayor hasta casi la entrada de la iglesia.

Mientras caminábamos despacio entra la gente, me concentré en observar sus rostros y actitudes. Algunas parejas llevaban a sus hijos pequeños de las manos, para evitar perderlos; algunas otras, muy jóvenes, llevaban a los bebés dormidos en sus carruajitos, iniciándolos en los ritos de sus creencias y fe. Los ancianos, hombres y mujeres, parecían conducirse con una compostura excepcional y se veían mover los labios, mientras recitaban el rosario muy quedamente y algunos con los ojos llenos de lágrimas.

En ese río de esperanza y amor, no hubo distingos. Indígenas de cualquier etnia, mestizos y ladinos (que es como son llamados los guatemaltecos no indígenas), todos juntos, unidos en la fe. No importa de qué manera la vivan.

Al salir de la iglesia, en el atrio, las ventas tradicionales de comida de toda feria estaban presentes: buñuelos, torrejas, garnachas, dulces típicos, pan de huevo, tacos, dobladas... y otra vez presentes los regalos de nuestras culturas, la española y las indígenas. Eso somos nosotros: un país multicultural, multilingüe, multifacético. Vivimos todos juntos en este territorio lleno de cadenas montañosas y valles soleados, en donde el maíz es nuestro principal alimento, junto con los frijoles y el chile... pero también el pan, quesos y otras delicias que alguna vez fueron extranjeras.

Entonces, tal vez, debo recapitular y decir que sí, que deberíamos celebrar el día de NUESTRA raza, la chapina.


EL DÍA DE LA RAZA... PERO ¿QUÉ RAZA?
A 511 años del "descubrimiento" de América, podemos encontrar en prácticamente todos los medios de comunicación, la invitación a celebrar el "Día de la Raza".

No tengo idea de si en Europa se celebra esta fecha, supongo que algunas celebraciones se llevarán a cabo. Sí sé, porque tengo muchos lustros viviéndolo, que acá en América Central, específicamente en Guatemala, se ha celebrado de una manera muy especial... y unilateral.

Es del dominio público que la conquista y colonización por españoles en este lugar del mundo fue sangrienta, violenta y -ahora lo sabemos- estúpida. Claro, las condiciones de ese momento, la falta de conocimientos, el entorno, la religión, el afán de lucro, la falta de conciencia -y podría seguir nombrando muchos más factores- hicieron que la llegada de españoles a estas tierras se convirtiera en un horror para sus habitantes nativos.

Si alguno de ustedes ha estado alguna vez en este país y ha visitado el valle de Tecpán en Chimaltenango, a 88 kilómetros de la ciudad capital, puede hacerse una idea del impacto que causó en Don Pedro de Alvarado y su contingente, llegar a él. Rodeado de cadenas montañosas con bosques coníferos y una temperatura promedio de 16 grados centígrados, el valle debe haber sido una experiencia espectacular. La codicia apareció y creció en sus corazones. Y esa misma codicia los hizo asegurarse de que los cakchiqueles no serían un obstáculo en el camino.

De allá para acá pareciera que la historia se repite. Esta semana, Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz 1992, presentó en la Corte de Constitucionalidad un amparo en contra de la inscripción de Efraín Ríos Montt como candidato a presidente de la república y fue abucheada, insultada y agredida por simpatizantes del partido oficial. Ni los policías, ni el presidente de la Corte, ni nadie más que sus acompañantes, evitaron el atropello. Es decir, se sigue creyendo que los indígenas son seres humanos de tercera clase, en una clara herencia de lo que nuestros conquistadores pensaron, hicieron y sintieron.

Entonces, este 12 de octubre, tendremos en Guatemala una celebración del Día de la Raza. Pero... ¿qué raza lo celebrará? Indudablemente, no la indígena.

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