domingo, marzo 07, 2004

SOLIDARIDAD

En mi país, como en muchos otros de América Latina, el gran mal tiene nombre: impunidad. Acá los males antañones y mantenidos así a propósito porque conviene a los importantes inversionistas chapines o foráneos, se han visto agravados con el despliegue de "profesionalismo" en el desarrollo de cualquier tipo de ilegalidades e irregularidades en el manejo y administración del Estado por el recién terminado gobierno de Alfonso Portillo y el FRG. A Oscar Berger, el actual presidente, y a su equipo de gobierno, les ha tocado recibir un país saqueado y burlado hasta lo último.

La gran esperanza para los guatemaltecos es que podamos enderezar la nave y recuperar el camino del desarrollo, ahora que los Acuerdos de Paz están integrando a todos los sectores en este arduo pero satisfactorio trabajo de ser una sola nación, con el mismo interés y sueño: eliminar la discriminación de raza, credo y clase social, para proporcionar a todos los habitantes una vida digna y satisfactoria. Sí, ya sabemos que es un sueño a largo plazo, pero somos el principio de ese camino por recorrer.

En ese marco de referencia, esta semana nos ha traído buenas noticias. En las investigaciones preliminares que se han ido efectuando en cuanto al saqueo descarado del gobierno portillista, ya se han iniciado las acciones para lograr llegar a la realización máxima de nuestra esperanza: órdenes de arraigo, de investigación, de captura que SE HAN LLEVADO A CABO felizmente, incluso en funcionarios que todavía estaban "prestando sus servicios" al Estado o de alguno que logró escapar de la justicia atravesando el territorio centroamericano pero que, debido a la palabra mágica que nos hacía falta encontrar y hacerla funcionar, ahora ya se encuentra detenido y detrás de las rejas.

¿Que cuál es la palabra mágica? SOLIDARIDAD. Ninguno de todos los seres humanos que habitamos este planeta podremos salir adelante sin la mano amiga o compañera que, en algún momento de nuestras vidas, precisaremos para salvar los obstáculos, caminar por terrenos áridos o navegar en mares tormentosos. Y qué mejor que ser conscientes de esto y ofrecer nuestra mano o aceptar la que se nos brinda, con humildad y espíritu de servicio reales.

El mundo cambia, pero las necesidades humanas permanecen y continúan haciéndose presentes, a veces tan perentorias que pareciera que no hay salida. Siempre la hay. Y en la mayoría de los casos, la encontramos con la ayuda de nuestros amigos. Son la luz al final del túnel.

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