sábado, junio 19, 2004

Ayer y hoy

Hace 41 años, el 16 de junio, fue puesta en órbita la rusa Valentina Tereshkova. Con 26 años de edad, se convirtió en la primera mujer astronauta del mundo y la primera en viajar sola a bordo de una nave espacial. En Guatemala, en 1963, el movimiento guerrillero ya era parte de nuestras vidas. La guerra de guerrillas duró 30 años.

Veinte años atrás, volvió Wilson Ferreira Aldunate de su exilio. Ustedes, uruguayos, saben y conocen mejor que yo este hecho. Hoy, muchos lo evocan y llaman, buscando la fuerza y sabiduría necesarias para cambiar al país.

Muere Ronald Reagan y su muerte provoca diferentes reacciones. Mientras vivió fue igual: desde la admiración y el respeto, hasta el odio y el resentimiento. Desde el muro de Berlín derribado que representó el final de la guerra fría, hasta el escándalo de las armas para los Contras en Nicaragua; la luz y la oscuridad estuvieron presentes en sus períodos como presidente de EEUU. Y ahora en su muerte, también se unen ambos lados de la vida para llorarlo o agradecer su partida.

Otra: El Vaticano presentó el informe sobre la época de la inquisición. Una retrospección en la tortura, la muerte en la hoguera y otros castigos para feligreses condenados como hechiceros o herejes por los tribunales eclesiásticos durante los siglos de la Inquisición, no eran tan frecuentes como se piensa, fue la conclusión. No quiero pensar que la frecuencia de casos sea más importante que el hecho en sí. Un espantoso ayer que trata de ser maquillado con este hoy desvergonzado.

Y no sé si toda esa carga de situaciones y experiencias a través de la historia ha provocado transformaciones en nuestros cerebros, en nuestros espíritus, en nuestra sensibilidad; tanto, que pareciera que el dolor, la muerte, la violencia y el horror ya no dejan mayor huella en nuestros corazones.

Cada vez es más frecuente y violenta la delincuencia en nuestras ciudades, basta salir un poco a la calle para encontrar pléyades de niños haciendo piruetas, vendiendo dulces, pidiendo. Los ancianos sin hogar mueren de frío, hay madres casi tan jóvenes como sus hijos, no hay escuelas, ni hospitales, ni seguridad... Y los discursos políticos son los mismos desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego, sin lograr que venga un viento con remolino que haga que los latinoamericanos despertemos de nuestro letargo y exijamos que las cosas cambien. Nadie vendrá a darnos una receta milagrosa, nadie hará pases mágicos, ningún milagro cambiará nuestra historia, a menos que seamos nosotros mismos quienes decidamos, un día al despertar, que llegó el momento.

¿Cuándo será ese cuándo?

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